Los efectos secundarios no existen

 

Esto defiende en Twitter Roman Bystrianyk...

"Una cosa en la que creo firmemente es que no existe nada parecido a un "efecto secundario". 

Todo lo que se introduce en el organismo produce efectos, y punto. Los resultados que el sistema médico considera deseables se etiquetan simplemente como lo que el medicamento "hace", mientras que cualquier cosa negativa se clasifica convenientemente como un "efecto secundario

Al relegar estos resultados adversos a la etiqueta de "efecto secundario", a menudo se los minimiza o, en algunos casos, se los pasa por alto por completoEsta distinción permite restar importancia a las consecuencias dañinas en lugar de reconocerlas plenamente".

Estas ideas están en línea con las que ya expuso el profesor Laporte:

"Lo que nos dice un ensayo clínico que concluye que tal medicamento es eficaz es "Oye, es más probable que esta variable que yo he medido mejore si das el fármaco que no si no lo das o si das un placebo", pero ahí una vez tú decides prescribir el fármaco puede ser que el paciente mejore, puede ser que el paciente ni mejore ni empeore, o puede ser que el paciente presente efectos adversos".

Roman Bystrianyk es coautor junto a Suzanne Humphries del libro Desvaneciendo Ilusiones

 

En él sostienen que la disminución de la mortalidad por enfermedades infecciosas no fue resultado del uso de vacunas ni antibióticos, sino que se debió a mejoras significativas en las condiciones de vida, como:

  • Mejoras en la higiene y el saneamiento, como los sistemas de agua potable y alcantarillado.
  • Mejoras en la alimentación de la población.
  • Mejoras en las condiciones laborales y reducción del hacinamiento en fábricas y ciudades.
  • Mejoras en educación sobre prácticas higiénicas.

Según los autores, estos factores fueron cruciales para la reducción de la mortalidad por enfermedades como el sarampión, la tuberculosis y la difteria, antes de que las vacunas y los antibióticos fueran ampliamente utilizados.

Por salirse del carril cuestionando los consensos científicos establecidos, todos ellos son hoy etiquetados de "negacionistas"...

Pero recordemos que cuando Ignaz Semmelweis, hoy considerado un héroe, propuso a los médicos en 1847 la higiene de manos para prevenir infecciones en los partos, éstos se ofendieron y lo ridiculizaron.

El rechazo inicial a las ideas de Semmelweis, a pesar de la evidencia empírica que las respaldaba, es el origen del término "reflejo de Semmelweis", usado para describir la reacción automática de rechazar nuevas ideas sin examinarlas adecuadamente, especialmente cuando desafían el conocimiento convencional.

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