Como las murallas de un castillo, la barrera hematoencefálica (BHE) juega un papel crucial en la protección del cerebro contra agentes patógenos y sustancias tóxicas...
Las células endoteliales que forman la BHE están apretadas y carecen de poros, no tienen drenaje linfático pero sí transportadores de eflujo capaces de bombear moléculas de vuelta al torrente sanguíneo. Esto hace que el cerebro esté hiperprotegido y sea inaccesible para el 98% de las moléculas de fármacos pequeñas, el 100% de las grandes y el 100% de las hidrofílicas, limitando enormemente las estrategias terapéuticas en sus patologías.
Si bien la causa de la enfermedad de Alzheimer sigue sin clarificarse a día de hoy, parece involucrar la afectación de esa integridad de la BHE, lo que permitiría la entrada de toxinas y patógenos al cerebro contribuyendo a la neuroinflamación. Aquí ya hemos tratado la posible relación del Alzheimer con el acceso al cerebro de bacterias bucales facilitado por los compuestos de aluminio amorfo. En un artículo de 2019 se incide en el posible origen infeccioso de la enfermedad de Alzheimer, pero relacionándolo en esta ocasión con los herpes. No hay nada claro...
El mapa de distribución global del Alzheimer revela que el "mundo desarrollado occidental" es el más afectado, un patrón semejante al observado para las enfermedades autoinmunes, y también con una incidencia creciente en los últimos 30 años:
Pero si con las autoinmunes los más afectados son los jóvenes, sobre todo mujeres, en el caso del Alzheimer el sector de población más afectado es el de las personas mayores:
Dice el artículo que esta capacidad del P80 para mejorar la entrada de medicamentos al cerebro se intenta explotar en formulaciones farmacéuticas para aumentar la eficacia en el tratamiento de enfermedades del sistema nervioso central y reducir los efectos secundarios sistémicos...
Pero a este argumento le podemos dar la vuelta: ¿podría el mismo P80 abrir una brecha en la muralla y permitir también el paso de toxinas y virus al cerebro...?
En el artículo no se plantean la pregunta, incurriendo en un sesgo de optimismo, pero lamentablemente la respuesta es que sí. La capacidad del P80 para aumentar la permeabilidad de la BHE no es específica para los medicamentos. Esto significa que otras sustancias, incluidos patógenos y toxinas, podrían también atravesar la barrera y entrar en el cerebro con el P80, lo cual pone en cuestión su seguridad.
El hecho es que el P80 capaz de abrir las puertas de la BHE no es una sustancia nueva en los productos farmacéuticos, sino que empezó a utilizarse ya por los años 1950. Después, en la década de los 90, su uso se extendió al formar parte del adyuvante MF59 de las vacunas antigripales dirigidas a personas mayores de 65 años.
Se da la circunstancia de que en la década de los 90 se inició también un ascenso en el número de casos de Alzheimer. Ya sabemos que correlación no siempre implica causalidad, pero...
Muchas voces vienen advirtiendo de que el creciente auge de las "enfermedades postindustriales" podría ser una consecuencia tóxica de la hipermedicalización de la sociedad. El Alzheimer está aumentando, y debe haber una causa. El mejor tratamiento sería encontrarla y evitarla, es decir, la medicina sustractiva.
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