Destripando la biotecnología de las vacunas del papiloma

 

¿Que hay detrás del rimbombante lenguaje biotecnológico? Echemos un ojo a las vacunas contra el papiloma...

La ficha técnica de Cervarix® dice que contiene proteína L1, "que se presenta en forma de partículas no infecciosas similares al virus (VLPs) producidas por la tecnología del ADN recombinante mediante la utilización de un sistema de expresión en Baculovirus que utiliza células Hi-5 Rix4446 derivadas de Trichoplusia ni".

Una jerga que impresiona. Comencemos la disección:

Los baculovirus son una familia de virus infectivos que afectan sobre todo a larvas de polillas, haciendo curiosamente que se derritan... 

Trichoplusia ni es...

Sí, la polilla de la vid. Y ésta es su larva, la oruga de la vid...

En células de este gusano se cultivan las proteínas que componen esta vacuna. Luego habrá que tratar las células con detergentes como el desoxicolato sódico para disgregarlas, y después centrifugar, filtrar...

Finalmente se añade el adyuvante AS04, que se compone de hidróxido de aluminio y monofosforil lípido A (MPL), que genera daño local y hace que el sistema inmune reaccione.

En cuanto a Gardasil®, se cultiva en células de Saccharomyces cerevisiae, la levadura del pan o la cerveza...

El proceso es similar al anterior, pero con la diferencia de que esta vacuna lleva como adyuvante hidroxifosfato sulfato de aluminio amorfo, junto con polisorbato 80.

Esto sería en un proceso de fabricación ideal, pero la realidad es que en el producto final pueden quedar trazas de ADN y proteínas residuales del huésped (de levadura en Gardasil y de la larva del insecto en Cervarix), restos de detergentes y agentes de lisis como el desoxicolato de sodio, buffers y resinas de cromatografía, componentes del medio de cultivo como factores de crecimiento, conservantes, estabilizantes...

Al implicar el uso de organismos vivos como bacterias, levaduras, células de mamíferos o insectos para expresar las moléculas terapéuticas, la biotecnología genera productos más "sucios" que la química farmacéutica tradicional, y no hay forma de saber al 100% qué es lo que se inyecta. A ésto se une la capacidad de las sales de aluminio o el polisorbato 80 de atravesar las membranas biológicas, como la barrera hematoencefálica (BHE).

¿Se estarán evaluando correctamente todos estos riesgos...?


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