Consejos televisivos...

Con la inmejorable perspectiva que da el paso del tiempo, resulta sorprendente ver cómo desde la caja tonta se nos incitaba hace unos años al consumo de tabaco de una forma tan irresponsable y criminal. Yo fui uno de los millones que cayeron en la trampa, y fumé. Cada uno debe cuidarse de sí mismo, así que entono el mea culpa...


No obstante, algo he aprendido: lo que repiten en la tele machaconamente puede ser una gran mentira, y hacerle caso puede poner en riesgo nuestro bien más preciado: la salud.

Llevamos año y medio con una interminable letanía de consejos, recomendaciones y cuasi órdenes de obligado cumplimiento por parte de los personajes más variopintos devenidos en expertos sanitarios, desde folclóricas a presentadores de telediario, desde futbolistas a (¡horror!) verificadores y tertulianos.

Si finalmente no viene el fin del mundo, quienes vivan dentro de unos años tendrán una hemeroteca descomunal para enjuiciar a estos personajes y ponerlos en su sitio: santos benefactores de la humanidad o irresponsables telepredicadores de pacotilla...

Yo, por lo pronto, hace más de un año que dejé de ver la tele, por el bien de mi estómago.

El blog se va a abrir a otros campos que han sido postergados por el monotema covidiano, intentando ser fiel a su espíritu inicial: si algo te sienta mal, sustráelo de tu día a día, aunque en la tele te digan lo contrario. 


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