Pico de reacciones adversas a la vacuna antigripal en 2022

 


La gráfica habla por sí sola: en 2022 hay un marcado pico de reacciones adversas notificadas al Sistema Español de Farmacovigilancia relacionadas con la vacuna antigripal, el 2º más alto de todos los registros. Este pico no aparece en cambio en la gráfica anual mundial de la OMS... 


¿Qué ha pasado en España...? Algo podemos intuir: en España a finales de 2022 la vacuna antigripal y la vacuna COVID-19 se han administrado a la vez. De esta forma, los posibles efectos adversos de una y otra son indistinguibles, y bien podría ser que parte de los efectos adversos notificados achacados a la vacuna antigripal sean en realidad debidos a las vacunas del COVID-19, para las que se han notificado varios miles...

O al revés, claro. Se ha producido así una pérdida de información esencial para la Farmacovigilancia de las vacunas en España.

Mirando ambas gráficas, la española y la mundial, llama la atención el pico de 2009-2010. Aquí la explicación bien podría ser la autorización de las polémicas vacunas de la gripe A pandémica...

También en el 2010 hubo casos de convulsiones febriles y otras complicaciones neurológicas en niños con la vacuna Fluvax de la farmacéutica australiana CSL, que un estudio achacó al detergente desoxicolato usado en su proceso de fabricación en cultivos de huevo...

Como resultado, la Administración Australiana de Productos Terapéuticos (TGA) retiró la recomendación de su uso en niños menores de cinco años y CSL detuvo su producción en 2015. 

En la gráfica de la OMS parece también intuirse el impacto en 2001 de la introducción a nivel mundial de la vacuna Fluad (Chiromas en España y otros países) de la farmacéutica suiza Novartis. Es una vacuna inactivada trivalente cuyo adyuvante es el MF59 a base de escualeno, trioleato de sorbitan y polisorbato 80, y está indicada en mayores de 65 años.

La seguridad de la vacuna se puso en duda en Italia en 2014, sospecha que la EMA descartó. En 2015 Novartis vendió su división de vacunas a CSL, que la incorporó a su filial CSL Biotherapies a la que renombró como Seqirus, que siguió produciendo y distribuyendo Fluad (y Chiromas) en lugar de Fluvax.

El proceloso mundo de la industria de las vacunas...


El problema de las células madre

 


Hace unos años los medios de comunicación lanzaban mensajes optimistas de que la investigación médica en células madre iba a revolucionar el campo de los trasplantes. La realidad es que hoy en día esas amplias expectativas solo se han alcanzado para las terapias de autotrasplante en las que las células madre o progenitores hematopoyéticos del propio paciente se recolectan y se almacenan previamente para su posterior readministración tras un tratamiento intensivo de quimioterapia o radioterapia que destruye tanto las células sanguíneas normales como las células cancerosas. 

¿Por qué no se ha avanzado más? La respuesta se puede vislumbrar en el artículo "Epigenetic mechanisms of tumorigenicity manifesting in stem cells", donde se explica que uno de los mayores obstáculos para utilizar células madre como base para terapias de medicina regenerativa es su tumorigenicidad. 

Desafortunadamente, las habilidades únicas de las células madre para auto-renovarse y diferenciarse en distintos tipos de células están mecánicamente vinculadas a su capacidad de desarrollar tumores. Los mecanismos subyacentes en esta estrecha relación parecen involucrar a la epigenética, es decir, a cómo los genes de la célula son "activados" o "desactivados" influenciados por factores del entorno de las otras células circundantes, así como por factores ambientales como la nutrición, el estilo de vida, el envejecimiento o el estrés. 

Además de con el cáncer, la alteración de la maquinaria regulatoria epigenética se relaciona con otras enfermedades como la diabetes, las enfermedades neurodegenerativas y cardiovasculares.

La célula no está sola: es ella y su entorno. Cuidado con el excesivo intervencionismo médico a nivel celular. Recordemos que la prudencia es la madre de la ciencia.


La increíble historia de los adyuvantes vacunales

 


El concepto de adyuvantes para las vacunas va unido a la historia de la lucha contra la difteria, que en principio tuvo marcado acento alemán:


Edwin Klebs, Friedrich Loeffler y Emil von Behring

Edwin Klebs había identificado en 1883 la bacteria que causaba la difteria, que tras varios nombres se denominó Corynebacterium diphtheriae. En 1884 Friedrich Loeffler fue el primero en cultivarla y en demostrar que producía una exotoxina, que era la responsable del daño en la garganta. Emil von Behring ganó el primer Premio Nobel de Medicina en 1901 tras inocular la toxina tratada con calor a caballos de cuyo suero luego extrajo la antitoxina, es decir, los anticuerpos o inmunoglobulinas que la neutralizan.

Las vacunas antidiftéricas surgirían en 1925 de los trabajos independientes del veterinario francés Gaston Ramon y del inmunólogo británico Alexander Thomas Glenny, que trataron la toxina con formol obteniendo un producto no tóxico pero capaz de inducir anticuerpos que bloqueaban la toxina natural: era el toxoide de la difteria. El problema, al igual que con el toxoide tetánico, es que la reacción que generaba era de poca intensidad.

Gastón Ramón

Gaston Ramon descubrió en 1925 que los caballos vacunados contra la difteria tenían una respuesta inmune más fuerte si se desarrollaba inflamación en el sitio de la inyección. Esto le llevó a probar añadiendo al toxoide sustancias tan sorprendentes como pan rallado, aceite, agar o jabón...

Alexander Glenny

Fruto del azar, Alexander Glenny observó en 1926 que las vacunas contaminadas con restos de alumbre (sales de aluminio procedentes de los recipientes) estimulaban las respuestas inmunitarias, efecto que se perdía cuando las vacunas se fabricaban de manera más limpia. Este descubrimiento llevaría a que las sales de aluminio se convirtieran en el adyuvante más utilizado desde 1932 hasta la fecha, incluyéndose en muchas vacunas como las de la difteria, tétanos, tosferina, hepatitis, neumococo, papiloma...

Curiosamente, las vacunas virales vivas atenuadas como las del sarampión, las paperas o la rubéola (componentes de la triple vírica) no requerían ser adyuvadas con alumbre, como si el sistema inmunitario se preocupara por sí mismo de activarse para luchar contra estas infecciones sin requerir ayuda externa.

Por el contrario, el sistema inmune casi ni se inmuta cuando lo que se inyecta son virus inactivados o fragmentos de ellos o productos análogos sintéticos. Al adicionarles el adyuvante de aluminio, éste se encarga de generar una respuesta inmune, algo lógico teniendo en cuenta que este metal es totalmente ajeno al normal funcionamiento de los seres vivos, no conociéndose para él ninguna función positiva. No sólo eso, sino que su toxicidad es conocida, sobre todo a nivel neurológico

La base teórica del uso de los adyuvantes de aluminio en las vacunas es que el cuerpo, al encontrarse con este tóxico en su interior, ponga en marcha sus mecanismos de defensa para eliminarlo, y de paso también a los componentes de la vacuna que lo acompañan. Se busca un beneficio a través de un daño, algo así como "la letra, con sangre entra"...

Las sociedades vacunólogas pregonan la bondades de la vacunación adyuvada en los medios, pero fuera de ellos subyace un controvertido debate sobre la seguridad de su uso. Shoenfeld, experto en enfermedades autoinmunes, definió el síndrome autoinmune/inflamatorio inducido por adyuvantes (ASIA), un duro peaje para las personas que lo sufren...

Y es que al hablar de estimulación de la inmunidad inevitablemente aparece en escena la gran sombra de las enfermedades autoinmunes, aquellas en las que hay un aparente estado de sobreactivación del sistema inmune que le lleva a atacar a las células del propio organismo. 

El ataque a lo propio no es algo raro en el funcionamiento normal del organismo: nuestro sistema inmune trabaja constantemente para destruir las células cancerosas que surgen de continuo, algo que requiere un prodigioso equilibrio en su funcionamiento. De ahí la importancia de preservarlo.

Cronológicamente, el creciente uso de adyuvantes de aluminio y la creciente aparición de enfermedades autoinmunes siguen un curso paralelo. Las vacunas se usan para estimular la inmunidad, y los adyuvantes para potenciar ese efecto deseado frente a los antígenos de la vacuna, pero...

¿Y si el efecto estimulador del adyuvante se manifiesta en otras areas del organismo no esperadas ni deseadas...?, ¿y si en un punto se rompe el fino equilibrio entre la lucha frente a lo extraño o lo maligno y el respeto a lo propio...?

Las buenas intenciones no bastan. Cuentan los hechos. Y hay que investigarlos, como hace Shoenfeld.


La EMA rechaza la autorización de Molnupiravir

 

Molnupinavir (Lagevrio)

El Comité de Medicamentos de Uso Humano de la EMA recomendó rechazar la autorización de comercialización de Lagevrio (Molnupiravir, MSD) para el tratamiento del COVID-19 en adultos, ya que "no se pudo demostrar el beneficio clínico de Lagevrio en el tratamiento de adultos con COVID-19 que no reciben oxígeno suplementario y que tienen un mayor riesgo de desarrollar COVID-19 grave. Sobre la base de la totalidad de los datos, no fue posible concluir que Lagevrio pueda reducir el riesgo de hospitalización o muerte o acortar la duración de la enfermedad o el tiempo de recuperación en adultos con riesgo de enfermedad grave. Además, no fue posible identificar un grupo específico de pacientes en los que pudiera demostrarse un beneficio clínicamente relevante de Lagevrio". 

Se trata de una lógica decisión que parecía inevitable desde que en octubre de 2022 ya vimos los resultados preliminares para el antiviral oral de Merck en el estudio Panoramic, un ensayo clínico con una muestra de 25.783 pacientes que ha tumbado las desmesuradamente optimistas expectativas mediáticas.

La decisión de la EMA ha dejado en evidencia a los gobiernos que quisieron acaparar el fármaco prematuramente, fundamentalmente el británico, que dilapidó en su compra 1.000 millones de libras. La avaricia rompe el saco. Lo malo es que quien paga es el contribuyente.

Molnupinavir se ha usado poco en España. El Gobierno anunció que se sumaría a la compra centralizada de la Comisión Europea, pero ésta no se llegó a concretar al surgir los primeros datos que cuestionaban su eficacia. Menos mal, porque eran 600 € por tratamiento.

Lo que si compró España fueron 340.000 tratamientos de otro antiviral oral, el Paxlovid de Pfizer, por unos 164 millones de euros (unos 500 € por tratamiento). Pero su utilización está siendo también baja a causa de las múltiples interacciones farmacológicas que presenta. El tiempo dirá si corre la misma suerte que el fármaco de Merck.


El reposicionamiento de fármacos

Frente a la investigación para el desarrollo de fármacos nuevos, el reposicionamiento de fármacos se centra en la investigación de nuevos usos para fármacos que ya existen pero aprobados para otras indicaciones terapéuticas, o bien fármacos conocidos pero que ya no se usan.

Los avances producidos en investigación están permitiendo ver la interconexión entre múltiples patologías, pues básicamente la enfermedad es una consecuencia de la ruptura del equilibrio que caracteriza al individuo sano.

Hay además un argumento de eficiencia: el gran ahorro que el reposicionamiento de fármacos supone frente al inmenso coste de desarrollar un nuevo fármaco "desde cero".

Con todo, para mí el factor más favorable es que si se trata de fármacos ampliamente utilizados y que han demostrado ser seguros, evitamos el riesgo de encontrarnos con los lamentables problemas de iatrogenia: los indeseables efectos adversos.

Un ejemplo paradigmático podría ser el de la Ivermectina, un agente antiparasitario que se ha demostrado seguro después del tratamiento de millones de pacientes con oncocercosis y otras enfermedades parasitarias, fundamentalmente en el tercer mundo.

La Ivermectina se une a los canales de cloro de las membranas de las células musculares y nerviosas de los invertebrados, aumentando su permeabilidad y provocando la parálisis y muerte del parásito. Pero también puede interactuar con otros canales de cloro en humanos, y se está investigando su uso en el cáncer de mama, el de próstata, como antiviral y en Neurología, entre otros campos. Ya aquí hablamos también de su uso en el COVID-19.

No debe extrañar que una misma sustancia pueda actuar frente a parásitos y virus, o regular la neurotransmisión en la epilepsia: las proteínas, los fosfolípidos, los polisacáridos, las piezas de la arquitectura de la vida, son universales, ya que compartimos el código genético con plantas y microbios, como distintos diseños de un mismo autor.


¿Desapareció la gripe en 2021?


En el sistema de vigilancia de la gripe de la OMS podemos obtener la evolución anual de los casos de gripe:



Resulta llamativo el hueco observado en la gráfica de la gripe para el año 2021, algo para lo que no hay precedentes ni retrocediendo más de una década: 


Surge la duda: ¿Estarán reflejando estas gráficas lo que ocurrió en realidad...?

Centrarnos obsesivamente en algo puede llevar a alejarnos de la relidad que nos rodea. El llamado "efecto observador" hace referencia a la influencia que tiene el foco de la observación sobre los resultados de un experimento...

¿Pudo la intensa atención y preocupación por la pandemia de COVID-19 en 2021 afectar a la búsqueda y detección de casos de gripe, llevando a una una sobrestimación de los casos de COVID-19 y a una subestimación de los de gripe, es decir a un efecto observador...? 

Es posible, porque hay que tener en cuenta también que en los estudios de prevalencia de enfermedades infecciosas como la gripe, el proceso de detección y reporte de casos es totalmente dependiente de la sensibilidad y especificidad de los tests diagnósticos. Los nuevos tests ahora disponibles se publicitan indicando que distinguen bien entre los coronavirus y los virus de la gripe. ¿Acaso no lo hacían los tests anteriores...?

Ambos factores podrían explicar la gráfica. Como diría Descartes, "dudo, luego existo".