La frase de Galileo encaja con lo observado con las nanopartículas lipídicas pegiladas de la tecnología de ARNm de las vacunas COVID, que en teoría deberían permanecer en el músculo deltoides, promover allí la síntesis de proteína S y generar así una estimulación antigénica local. Pero una reciente revisión revela algo diferente:
Y esto se refleja en la página de VigiAcces de la OMS, que recoge más de 5 millones de reacciones adversas notificadas para las vacunas COVID, y que si bien cubren prácticamente todo el organismo, son especialmente graves en lo que respecta a este órgano vital:
Teniendo en cuenta que los individuos que las reciben están previamente sanos, la cuestión a discernir es si el balance beneficio/riesgo resulta favorable o no.
En este sentido, la Asociación Liberum ha difundido una nota del Ministerio de Sanidad como respuesta a una pregunta de uno de sus asociados sobre el número de vacunados de COVID-19 en España. En la nota se relacionan los datos acumulados de fallecidos por COVID-19 según su estado de vacunación, siendo 52.200 los fallecidos no vacunados y 35.200 los vacunados. También figuran 34.200 de los que extrañamente no consta estado de vacunación.
Pero al analizar los datos, la Asociación Liberum ha encontrado que de los 52.200 fallecidos no vacunados que aparecen en la nota del Ministerio, 50.800 corresponden a los fallecidos por COVID de la primera ola y antes de que llegaran las vacunas, según otros datos anteriores del propio Ministerio.
Por tanto, al realizar la comparación desde finales del año 2020, que es cuando se inició la vacunación, y según los propios datos del Ministerio de Sanidad, habrían fallecido en España por COVID-19 apenas 1.400 personas no vacunadas, frente a 35.000 sí vacunadas. Algo impactante.
De confirmarse estos datos, ¿en que habría quedado al final la pretendida eficacia del 95-98% que nos vendieron los fabricantes...?
Liberum no iba desencaminada.
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