En medio de la histeria inicial COVID, la Azitromicina emergió como uno de los tratamientos estrella para combatir la enfermedad grave, junto con la ya olvidada Hidroxicloroquina...
La Azitromicina es un antibiótico del grupo de los macrólidos ampliamente utilizado para tratar varias infecciones bacterianas, entre ellas las respiratorias. Su posología de sólo 1 dosis diaria durante 3 días lo hace realmente útil. Pero no hace falta ser un experto para saber que, como cualquier antibiótico, la Azitromicina no es efectiva contra las infecciones virales como el resfriado o la gripe, y que su uso inapropiado puede contribuir al desarrollo de resistencias bacterianas y efectos adversos. ¿Qué sentido tenía entonces usarlo en una infección por un coronavirus...?
En casa no lo entendiamos, y un día planteé la cuestión a otra compañera. Fue entonces cuando me enteré de la capacidad de la Azitromicina para alcalinizar el endosoma, lo que podía interferir con la entrada del virus en las células. Veamos:
Los coronavirus y el resto de los virus necesitan ser internalizados en las células huésped para replicarse y propagarse. Una vez dentro de la célula, el virus es encapsulado en vesículas llamadas endosomas, que luego se fusionan con los lisosomas, unos orgánulos que contiene enzimas digestivas, para liberar su contenido viral en el citoplasma celular. Este proceso de fusión endosoma-lisosoma generalmente ocurre en un entorno ácido...
Se postuló que al alcalinizar el endosoma, la Azitromicina podría interferir con esta fusión, impidiendo así la liberación del contenido viral en el citoplasma y reduciendo la replicación viral.
Sin embargo, la evidencia científica sobre esta teoría era limitada y se basaba principalmente en estudios in vitro y modelos animales, con resultados inconsistentes. Recuerdo mi respuesta, con cierta sorna: "si lo que se quiere es alcalinizar el endosoma, ¿no sería más fácil dar bicarbonato...?".
Pasado el tiempo, y como tantas veces ocurre en la vida, una cosa es la teoría y otra la realidad. Miles de dosis de Azitromicina después a nivel mundial, este artículo revisaba críticamente los resultados de los ensayos controlados que investigaron el papel de la Azitromicina en el tratamiento del COVID-19, destacando la falta de beneficio clínico y los riesgos potenciales asociados con su uso indiscriminado, como los problemas cardíacos.
Hoy en día, ni la OMS ni los NIH estadounidenses recomiendan rutinariamente el uso de Azitromicina en el tratamiento del COVID-19, a menos que esté indicado para el tratamiento de una infección bacteriana concomitante.
En la práctica de la farmacoterapia, las decisiones deben basarse en la evidencia científica sólida y actualizada, sin dejarse llevar por la presión mediática y caer en el "algo hay que dar". ¿Habremos aprendido?
Una explicación aparentemente sencilla, se revela al final muy técnica y compleja. No sé si la ministra Mema (médica y madre, dice) se tomará unos minutos para leerlo, aunque es una reflexión muy valiosa.
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