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Los Amish están más sanos

 

Un estudio publicado en 2020 en el prestigioso BMJ traía una interesante conclusión: 

"Hay una prevalencia sustancialmente menor de diabetes, hipertensión e hipercolesterolemia en los Amish en comparación con los caucásicos no Amish en los EE. UU".


La hipertensión o la hipercolesterolemia no son propiamente enfermedades, sino unos niveles de esos parámetros. En cambio la diabetes es una enfermedad en toda regla: una enfermedad autoinmune. Y la comparativa es elocuente:


Este es el comentario final del autor:

"Se desconocen las razones de estas diferencias de prevalencia, aunque probablemente se relacionen con características distintivas del estilo de vida y la comunidad Amish que pueden proteger la salud cardiometabólica, como los niveles relativamente altos de actividad física y la estructura cohesiva y de apoyo de la comunidad Amish".

Resulta cómico, pero también revelador, citar como posible causa de esos datos tan positivos la "estructura cohesiva de la comunidad" y no mentar "la bicha"...

Sí, vamos a decirlo, los Amish no se vacunan, y no sólo no muestran peor salud que los vacunados, sino que al parecer están mucho más sanos.

"El que tenga oídos para oir, que oiga" (Mateo 11:15).


Diabetes, enterovirus, aluminio y estadística

 

Un estudio finlandés publicado en Diabetologia en 2017 se une a otros anteriores que sugieren que los enterovirus pueden aumentar el riesgo de desarrollar diabetes tipo 1 en niños.

Los enterovirus son un grupo de virus comunes que suelen causar enfermedades leves, como el  resfriado común o la enfermedad de manos, pies y boca.

La diabetes tipo 1 es una enfermedad autoinmune que daña las células productoras de insulina en el páncreas. Como otras, su incidencia aumenta cada año y su causa permanece no aclarada.

Los investigadores de la Universidad de Tampere en Finlandia analizaron muestras de heces de niños con desarrollo de diabetes reciente y de niños no diabéticos, buscando ARN de enterovirus como marcador de infección previa. El resultado fue positivo para el 80% del grupo de nuevos diabéticos, y del 60% para el grupo de control, una diferencia estadísticamente significativa.

Razonablemente, la autora principal Hanna Honkanen dice en Health que los padres no deben preocuparse por la exposición de sus hijos a los enterovirus, ya que parece haber múltiples vías para desarrollar diabetes tipo 1 y se necesitan factores adicionales. 

Por otra parte, un estudio sobre la posible relación entre la diabetes tipo 1 y los adyuvantes de aluminio mostró que los pacientes expuestos a la vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH) tenían un mayor riesgo de desarrollar diabetes mellitus tipo 1, aunque la diferencia aquí no resultó estadísticamente significativa.

Por suerte, ni todas las infecciones por enterococos ni todas las inyecciones de adjuvantes de aluminio conducen a diabetes, al menos por sí solas. Y hace tiempo que se estableció la recomendación de evitar vacunar a una persona que tenga una infección activa.

¿Qué podría suceder si de forma inadvertida se diera la concurrencia de ambos factores?

Al detectar en nuestro entorno la aparición de 2 casos de diabetes mellitus tipo 1 con una aparente relación temporal con la administración de la vacuna del papiloma y con una posible infección vírica concurrente, nos topamos con un muro aparentemente insalvable: no hay estudios previos sobre la posible interferencia entre adyuvantes de aluminio e infecciones víricas como base para el desarrollo de enfermedades autoinmunes como la diabetes con los cuales poder comparar. 

Pero si esta causalidad fuese real, si la concurrencia de una infección por enterovirus y la inyección de un adyuvante a base de aluminio pudieran estar detrás del desarrollo de una diabetes mellitus, ¿lo habrían detectado los estudios anteriores por separado...?

Lamentablemente, la respuesta es negativa. Sólo un nuevo estudio en el que se evaluaran a la vez los dos factores podría encontrar significación estadística. Claro que para plantearlo habría que partir ya de la sospecha de esa doble causalidad, es decir, hay que presuponer el resultado y luego corroborarlo estadísticamente con el estudio.

La estadística es por tanto una herramienta de confirmación, pero no sirve para descubrir algo nuevo si no se tiene ya una base. La historia nos dice que para descubrir hay que observar, relacionar e intuir. La confirmación estadística, de llegar, lo hará posteriormente.


El Tercer Mundo libre de diabetes

 


"Cantidades crecientes de evidencia muestran que en el proceso de la modernización y mejoramiento de la salud pública, ha aumentado el riesgo de la diabetes tipo 1, quizás a causa de la eliminación de algunos factores de protección. 

La diabetes tipo 1 es prácticamente inexistente en muchos países del tercer mundo y presenta su máxima incidencia en los países que cuentan con los mejores sistemas de salud pública, como los países escandinavos. 

Además de esto, la prevalencia de la enfermedad ha incrementado de manera continua durante el último siglo en países occidentales y occidentalizados y es especialmente elevada entre los más prósperos". 

Este texto está extraído literalmente del Greensman, libro de referencia en Endocrinología, y parece que invita a buscar algún factor de riesgo en los países con los mejores sistemas de salud pública... 

Pero sorprendentemente el texto continúa así:

"Esto ha conducido a que un ambiente menos limpio, con más infecciones (en particular más enfermedades parasitarias) y más exposición a antígenos podría reducir el riesgo de la diabetes tipo 1".

Surrealista, que diría Dalí. 

Queda mucho camino por recorrer para llegar al conocimiento de las causas de enfermedades autoinmunes como la diabetes. El estudio del componente iatrógeno puede aportar algo de luz en este paraje tan sombrío de la Medicina del que, llamativamente, se está librando en gran medida el Tercer Mundo. Una "suerte" ya observada allí también con el autismo o con el COVID.

Dirijamos nuestra mirada, sin prejuicios, hacia África.


Diabetes tipo I tras vacunas COVID de ARNm

 


Las sospechas van tomando forma y empiezan a aparecer en las revistas casos de pacientes que desarrollaron diabetes tras la administración de vacunas COVID de ARNm:

Sakurai (J Diabetes Investig. 2022); mujer de 36 años vacunada con Pfizer-BioNTech. Conclusión"El presente caso sugiere que las vacunas basadas en ARN de COVID-19 podrían desencadenar la aparición de diabetes tipo 1, incluso en sujetos sin antecedentes de diabetes".

Yano (Intern Med. 2022); mujer de 51 años vacunada con Pfizer-BioNTech. Conclusión"Este caso sugiere que la vacunación contra el Covid-19 puede inducir diabetes tipo 1 en algunas personas con predisposición genética".

Sasaki (J Diabetes Investig. 2022); mujer de 73 años vacunada con Moderna. Conclusión: "La vacuna para la enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19) puede causar o empeorar la diabetes".
    Los tres casos afectan a mujeres. Los artículos son de libre acceso y los autores son japoneses, que parece que tienen los ojos bien abiertos a la hora de detectar posibles efectos adversos y no les da pereza gastar su tiempo en comunicarlos. Ejemplo a seguir.

    ¡Arigatō!


    Metformina y déficit de vitamina B12

     

    Hay que tener en cuenta la posibilidad de déficit de absorción de vitamina B12 en los pacientes en tratamiento con Metformina, pues el 10-30% de ellos presenta un déficit de absorción de B12 que suele cursar asintomático.

    El riesgo de deficiencia de vitamina B 12 aumenta en pacientes que reciben una dosis más alta y un ciclo más prolongado de tratamiento con Metformina. El mecanismo no está claro. 

    Fuentes: JAMASEMERGEN