¿Se atraen las enfermedades autoinmunes?

 

Las enfermedades autoinmunes son cada vez menos raras, y de hecho hay varias personas que desarrollan más de una enfermedad autoinmune, en lo que se conoce como "síndrome de superposición autoinmune". La búsqueda en PubMed de su traducción al inglés "overlap autoimmune syndrome" da un creciente número de artículos:

Por ejemplo, se ha observado que las personas con artritis reumatoide tienen un mayor riesgo de desarrollar otras enfermedades autoinmunes, como la tiroiditis autoinmune o el lupus eritematoso sistémico. Otros solapamientos frecuentes son los del síndrome de Sjögren, la esclerosis sistémica y la polimiositis.


Como nada ocurre por azar, debe haber factores de riesgo que predispongan a esas personas a desarrollar más de una enfermedad autoinmune, circunstancia médica coloquialmente referida como que "las enfermedades autoinmunes se atraen".

Un dato no menor es que esta explosión de enfermedades autoinmunes coincide en el tiempo con la aparición en el mercado de numerosos y costosos fármacos biotecnológicos para su tratamiento. Podríamos estar ante un nuevo enigma del tipo "qué fue antes, el huevo o la gallina"...

Por ejemplo, el Alemtuzumab es un anticuerpo monoclonal biotecnológico que salió inicialmente para tratar la leucemia linfática crónica bajo el nombre de Campath:

En 2012 la farmacéutica Sanofi retiró su licencia para volver a comercializarlo con el nombre de Lemtrada, con la nueva indicación de esclerosis múltiple y muchas esperanzas de éxito:

Pero en 2019, una nota de la AEMPS alertaba sobre dos tipos de efectos adversos detectados:

  • Condiciones de tipo inmunológico: daño hepático incluyendo elevación de transaminasas y hepatitis autoinmune, en algunos casos con desenlace mortal, así como linfohistiocitosis hemofagocítica. Esta última puede aparecer desde unos meses hasta cuatro años después del inicio del tratamiento con Alemtuzumab.
  • Reacciones adversas cardiovasculares con una relación temporal estrecha con la perfusión de Alemtuzumab (entre 1 y 3 dias tras la misma): casos de hemorragia pulmonar alveolar, infarto de miocardio, ictus (isquémico y hemorrágico), disección arterial cervicocefálica.
En el primer tipo asistimos a un caso de fármaco usado para tratar una enfermedad autoinmune y que acaba generando como efecto adverso otra autoinmune diferente. ¿Y si esto se descubriera más habitual, y en lugar de ser las enfermedades autoinmunes las que atraen a otras enfermedades autoinmunes fueran los propios fármacos usados los responsables...? Sería una solución al enigma no descartable, pero que requeriría investigación independiente. A ver si alguien se anima.

El segundo tipo son unas reacciones que recuerdan bastante a las notificadas después para las vacunas COVID, lo cual no es de extrañar pues comparten excipientes similares: polisorbatos y PEGs. Lamentablemente, un "déjà vu".


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