En el campo de la administración de medicamentos por vía intramuscular, la técnica de la aspiración consiste en una vez introducida la aguja retraer el émbolo de la jeringuilla para descartar que la aguja haya penetrado en un vaso sanguíneo en lugar de en el deseado espacio intersticial. En caso de que se aspire sangre, debe retirarse la aguja antes de inyectar y probar la punción en una nueva localización...
Se estima que aproximadamente en un 5% de los casos habría que extraer la aguja y repetir la inyección, y que la aspiración reduce un 60% la posibilidad de inyección intravascular, que de ese modo bajaría a un 2% de los casos.
Esta técnica básica en cualquier escuela de enfermería se ha descuidado incomprensiblemente en el campo de la vacunación, en el que sólo hace falta ver las múltiples inyecciones que se nos han mostrado en TV para ver que tal cual se introduce la aguja se procede a la inyección, sin reparar en si se ha introducido en el lugar adecuado. ¿Es esto relevante...?
Si, lamentablemente. Porque lo que se busca es un efecto local a nivel muscular, y en el caso de que la inyección vaya a parar a una arteria o vena, el producto inyectado va a ir a parar al corazón y de ahí a los pulmones, vuelta al corazón y de ahí a todos los órganos, como el cerebro, hígado, bazo, riñones...
Al final, incluso con la técnica de la aspiración, parte de lo inyectado acabará por vía linfática yendo a parar a la sangre, pero mucho más lentamente. Lo explica bien el profesor de enfermería inglés John Campbell en su canal de youtube:
Girardot afirma que estas inyecciones intravasculares inevitablemente permeabilizarán también la barrera hematoencefálica (BHE), provocando también daños neurológicos.
En favor de su argumento, Girardot recuerda que ya en 2010 las inyecciones intravenosas de un vector de adenovirus habían demostrado desencadenar shock, trombosis, trombocitopenia y vasculitis, y que en un experimento en ratones la inyección intravenosa de una vacuna COVID de ARNm provocó la aparición de miocarditis.
Se trata de un enfoque radicalmente diferente al de otras teorías más "inmunológicas" sobre los efectos adversos de las vacunas COVID, que para Girardot resultan demasiado complejas frente a la simplicidad de la suya. No le falta razón.
Claro que las distintas teorías no tienen por qué ser incompatibles. La teoría del bolo sí parece una explicación muy razonable para la selectividad de los efectos adversos observados en determinadas personas, que serían aquellas a las que les tocó estar en ese % que fueron "mal pinchadas".
Pero los componentes de las vacunas COVID son muy variados y complejos (nanopartículas lipídicas, PEGs, polisorbatos, proteínas, ARN, adenovirus sintéticos...), y los mecanismos de sus efectos pueden por tanto serlo igualmente. La mala técnica de administración podría perfectamente ser un agravante.
Habrá que seguir investigando.
Vaya... Menuda puerta has abierto...
ResponderEliminarFeliz Navidad, Juan.
Mucha salud para todos, Jesús.
EliminarHola Juan, esto que comentas es bastante interesante. He de decir que como enfermera hay algunas vacunas que vienen en formato de inyección precargada en la que "se supone" que no es necesario hacer la aspiración. No sé hasta qué punto eso es confiable.
ResponderEliminarLeo en estos días el libro de Peter Gøtzsche (he hecho copia pega del apellido) sobre la mafia de los psicofármacos, espeluznante.
Gracias por crear esta brecha de conocimiento compartido.
Un abrazo. Disfruta las navidades, y las no navidades también!
Gracias Bárbara, te deseo lo mejor para el 2023. Lo cierto es que ni en los viales multidosis de las vacunas COVID ni en las precargadas por ejemplo de la gripe se indica nada sobre el riesgo de inyección intravascular ni se recomienda la aspiración. A Campbell y a su entrevistado les sorprende, y a mí también. Una compañera enfermera me dice que ella siempre ha aspirado en las IM.
EliminarA mí en la carrera me enseñaron la importancia de aspirar, y en mi práctica lo hago, incluso con inyecciones subcutáneas porque creo que un aspecto que se ha de tener en cuenta. La administración de medicamentos con jeringas precargadas no me inspira gran confianza, deduzco que el uso de este formato podrá estar derivado de un abaratamiento de costes.
ResponderEliminarAl final, entre unas cosas y otras, se forma un combo yatrogénico