La vacuna Bimervax del laboratorio español Hipra ya tiene luz verde para su comercialización en la Unión Europea tras la autorización de la EMA.
Se trata de un heterodímero protéico, es decir de 2 proteínas S recombinantes de las variantes Beta y Alfa del SARS-CoV-2 unidas. Lleva como adyuvante el SQBA, que contiene escualeno, polisorbato 80 y trioleato de sorbitán, y va dirigida como refuerzo para personas mayores de 16 años que hayan recibido previamente una vacuna para el COVID-19 de ARNm. Se conserva entre 2ºC y 8ºC y no requiere recosntitución.
La EMA opina que se trata de una vacuna segura, poco reactogénica y con una amplia capacidad de neutralizar las principales variantes del SARS-CoV-2, incluyendo las variantes de Ómicron.
Según HIPRA, su vacuna encaja con las necesidades actuales ante la evolución de la pandemia, pues la plataforma de proteína recombinante tiene versatilidad para actualizarse en poco tiempo a una nueva variante y permite incluir más de una, lo que hasta ahora no era factible con las de otros tipos aprobados en la Unión Europea.
Llega en un momento en que la revista Cell cuestiona ya el sentido de usar las vacunas de ARNm en quien ya ha pasado la enfermedad, así como revacunar al ya vacunado, al mostrar que antes de que la nueva proteína S generada pueda estimular de nuevo a las células del sistema inmunitario, los anticuerpos primarios ya existentes (naturales o post-vacunales) la atacan formando complejos anticuerpo-proteína S.
Es decir, si ya hay anticuerpos, éstos eliminan el efecto de la vacuna. Algo que no debería sorprender pues es así como funciona la inmunidad adaptativa: tiene memoria para no tener que volver a empezar con cada nuevo contacto.
Una masiva formación de complejos anticuerpo-proteína S conlleva además un conocido riesgo adicional: su capacidad de provocar la formación de trombos. Algo ya observado.
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