Al iniciarse el tratamiento antirretroviral, en ciertos pacientes diagnosticados con infección por el VIH se produce un hecho paradójico: les aparece una reacción inflamatoria como las que caracterizan al SIDA en fase terminal. A este fenómeno se le dio el nombre de síndrome de reconstitución inmune (SRI).
Recuerdo que en los años 90 la explicación que se daba era que la destrucción de los parásitos por parte del sistema inmune en recuperación liberaba sustancias reactivas. El problema es que esos parásitos teóricamente aparecían en la fase final del SIDA, y no en la fase inicial de infección por el VIH, que era en la que presuntamente se encontraban los pacientes que lo sufrían.
Hoy todavía se habla de supuestas infecciones oportunistas latentes o asintomáticas, pero ni las tesis escritas sobre el tema ni los comités técnicos han conseguido proporcionar una explicación convincente sobre la inmunopatogenia de este síndrome. De hecho, su aparición con fiebre, inflamación de los ganglios linfáticos y dolor en las articulaciones, puede provocar el abandono del tratamiento recién iniciado por el paciente diagnosticado de infección por VIH, que puede llegar a pensar que parece peor el remedio que la enfermedad.
Al entrar en desuso el AZT y la mayoría de los fármacos antirretrovirales iniciales de alta toxicidad, se esperaba que el SRI fuera pasando a la historia, pero no ha sido así. Hoy sigue presentándose en el 10-25% de todos los pacientes de cualquier edad que inician la terapia antirretroviral, y los tratamientos actuales siguen incorporando la advertencia de su posible aparición.
No sólo eso, sino que también se han notificado trastornos autoinmunitarios como la enfermedad de Graves y la hepatitis autoinmune, que pueden surgir tanto al empezar el tratamiento antirretroviral como meses después de su inicio.
El entorno inmunológico del SIDA sigue siendo en gran medida un enigma sin resolver.
Cuantas incógnitas e interrogantes...
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