Del remedio que hiere: diálogo gracianesco sobre quinolonas y males osteoarticulares

 


En la tradición de los diálogos filosóficos del Siglo de Oro, donde la palabra se hace lanza del pensamiento y espejo de la condición humana, se alza esta disertación ficcional entre Andrenio y Critilo, hijos literarios de Baltasar Gracián. Lejos de los confines estrictos de la medicina, y más próximos al territorio movedizo de la reflexión moral, los interlocutores exploran un fenómeno contemporáneo: la correlación entre el uso de ciertos antiinfecciosos, las quinolonas, y la aparición de dolencias osteoarticulares de naturaleza autoinmune.

El presente diálogo no pretende erigirse en tratado clínico ni diagnóstico certero, sino más bien en alegoría del desconcierto moderno, donde el avance terapéutico coexiste con nuevas formas de quebranto. ¿Es el remedio culpable del daño, o es su uso imprudente lo que desencadena la ruina? ¿Puede el cuerpo, confundido por la química, volverse contra sí mismo? ¿Y no es, acaso, ese extravío corporal imagen del extravío moral de nuestra época...?

Andrenio: _Ya no sé, Critilo, si lo que cura es bálsamo o embuste, ni si los médicos son ministros de vida o mensajeros de calamidad. ¡Qué espanto ver que la misma pócima que desaloja la infección abre la puerta al tormento! Me refiero a esas quinolonas, alquimia moderna que prometía salud... y deja a muchos tullidos.

Critilo: _Moderación, Andrenio, que no todo lo que brilla enferma, ni todo lo que duele es culpa del fármaco. Pero dime, ¿qué has sabido o padecido tú para lanzarte con tal juicio?

Andrenio: _He visto con estos ojos —y con estos huesos— cómo tras tomar ese brebaje, llamado levofloxacino, comenzó una sinfonía de males: crujidos, inflamaciones, tendones rotos sin trauma, dolores que no obedecen a razón ni reposo. No fui el único. En foros, estudios, y murmullos de pasillo se repite el cuadro: quienes tomaron esas medicinas por leves infecciones, acabaron con dolencias de viejo guerrero.

Critilo: _Conozco esas voces, y no las desdeño. La familia de las quinolonas —ciprofloxacino, moxifloxacino, y otras de estirpe similar— no es nueva en el teatro médico. Su acción es rápida y eficaz, sí, pero no sin precio. La ciencia misma ha advertido ya de sus riesgos: tendinopatías, roturas de Aquiles, neuropatías periféricas, e incluso fenómenos autoinmunes. ¿Acaso no dictaron las agencias de salud advertencias y reservas?

Andrenio: _Las dictaron, pero tarde y tímidas. Muchos médicos las prescriben aún como si fueran agua bendita. ¿No será que en la prisa de combatir la fiebre se ha olvidado la prudencia del diagnóstico? ¿Y no es temerario perturbar al cuerpo con tales armas sin saber cuán delicada es la danza del sistema inmune?

Critilo: _Lo dices bien: el sistema inmune, ese guardián celoso, si se despierta sin causa justa, puede volverse contra su señor. Hay quien sospecha que las quinolonas, por alterar mitocondrias y tejidos conectivos, encienden respuestas inmunológicas erráticas. Y si el cuerpo se engaña creyendo enemigo lo propio, nace entonces el autoataque: artritis, lupus, fibromialgias. Mas aún se discute si hay causalidad o sólo coincidencia.

Andrenio: _¿Y no basta la evidencia anecdótica cuando la ciencia tarda? ¿Qué justicia hay en esperar certezas mientras los cuerpos se consumen? La prudencia no debería ser sólo del paciente, sino del galeno. El daño no siempre es inmediato: semanas, meses después, aparecen los síntomas, y nadie recuerda al culpable invisible.

Critilo: _Tienes razón, aunque no toda. Porque tampoco es justo demonizar lo que, en otras bocas, ha salvado vidas. Hay infecciones donde el beneficio supera el riesgo, y donde ninguna otra arma sirve. Pero en males menores, resfriados sin guerra o infecciones leves, prescribir quinolonas es como usar catapulta contra mosquitos.

Andrenio: _He ahí el punto: no es el arma, sino su abuso. Y lo que me subleva no es sólo la sustancia, sino la liviandad con que se receta, la ignorancia del paciente, la negligencia del sistema. La iatrogenia moderna se disfraza de tecnología, y el sufrimiento se archiva en silencio.

Critilo: _Bien hablas, Andrenio. El conocimiento médico avanza, pero la sabiduría retrocede. Se requiere discernimiento, mesura, y humanidad. El progreso sin conciencia es enfermedad en sí mismo. Las quinolonas, como tantas maravillas humanas, son hoja de doble filo.

Andrenio: _Entonces, ¿qué hacer? ¿callar? ¿esperar? ¿advertir?

Critilo: _Advertir, sí; condenar, no. Recordar que en la medicina, como en la vida, no hay salvación sin riesgo, ni cura sin humildad. Y tú, Andrenio, con tu ardor juvenil, haces bien en levantar la voz. Mas no olvides que incluso la verdad necesita del tono justo para ser oída.

Andrenio: _Sea así, Critilo. Que hablemos, no para sembrar temor, sino para cultivar conciencia. Que el remedio no hiera más que la dolencia, y que el saber no sea cómplice del silencio.



Laporte y el caso Vioxx


El caso Merck (MSD en Europa) contra Joan-Ramon Laporte es un ejemplo emblemático de la tensión entre la industria farmacéutica y la crítica científica independiente, que, aunque poca, la hay.

Vioxx fue un antiinflamatorio no esteroideo (AINE) desarrollado por MSD y aprobado en 1999. Su principio activo, Rofecoxib, pertenecía a una nueva clase de medicamentos: los inhibidores selectivos de la COX-2, diseñados para reducir el dolor y la inflamación con menos efectos secundarios gástricos que los AINE tradicionales, como Naproxeno, Ibuprofeno o Diclofenaco.

Sin embargo, muy pronto surgieron datos preocupantes sobre riesgos cardiovasculares asociados a su uso, como infartos de miocardio y accidentes cerebrovasculares. El ensayo clínico VIGOR (2000) mostró que los pacientes tratados con Vioxx tenían un riesgo de infarto significativamente mayor que los tratados con Naproxeno. 

Merck minimizó públicamente estos hallazgos, atribuyendo la diferencia a un efecto cardioprotector del Naproxeno, algo que no fue demostrado. En 2001, la AEMPS publicaba una Nota informativa de la Agencia Española del Medicamento sobre riesgos cardiovasculares de Celecoxib y Rofecoxib, bastante poco contundente para lo que ya se venía detectando.

En 2002, Joan-Ramon Laporte, farmacólogo editor del boletín independiente Butlletí Groc, publicó un artículo titulado "Las supuestas ventajas de celecoxib y rofecoxib: fraude científico". En él, criticaba los ensayos clínicos VIGOR (con Rofecoxib, de Merck) y CLASS (con Celecoxib, de Pfizer), señalando irregularidades en el diseño y análisis que, según él, minimizaban los riesgos cardiovasculares de estos medicamentos.

MSD demandó a Laporte y al Instituto Catalán de Farmacología, alegando que el artículo contenía falsedades y acusaciones graves contra Rofecoxib.

En enero de 2004, la jueza Victoria Salcedo Ruiz desestimó la demanda, argumentando que las críticas de Laporte se basaban en publicaciones previas en revistas científicas de prestigio como The Lancet y BMJ. Además, señaló que la FDA había advertido a Merck sobre la promoción de Vioxx minimizando sus riesgos cardiovasculares. MSD fue condenada a pagar las costas del juicio.

En septiembre de 2004, tras nuevos estudios que confirmaban los riesgos cardiovasculares, Merck retiró voluntariamente el medicamento del mercado mundial. Para entonces, se estimaba que unas 100.000 personas solo en EE. UU. podrían haber sufrido efectos cardiovasculares graves por el uso de Vioxx, según la FDA.

El caso Vioxx mostró cómo los laboratorios pueden anteponer intereses comerciales a la seguridad del paciente, y cómo las revistas científicas y autoridades regulatorias pueden ser lentas o complacientes en reaccionar ante las señales de alarma. El caso motivó una revisión global de la regulación de ensayos clínicos, transparencia de datos y el papel de las agencias como la FDA.

Merck enfrentó miles de demandas y acabó pagando más de 4.800 millones de dólares en acuerdos judiciales. Curiosamente, el Celecoxib de Pfizer (Celebrex) no se retiró, y sigue en el mercado.

Laporte es el padre de la Farmacovigilancia en España y, aunque jubilado, sigue siendo el gran referente.


Guerra biológica, micoplasmas y ELA

 

En las últimas décadas, miles de personas en todo el mundo han sido diagnosticadas con enfermedades crónicas cuya causa permanece desconocida: fatiga crónica, fibromialgia, esclerosis múltiple, esclerosis lateral amiotrófica (ELA). El estudio de su origen está abierto: genético, autoinmune, psicosomático...

El Dr. Garth Nicolson, biólogo molecular y celular, propuso una hipótesis revolucionaria: que infecciones intracelulares persistentes, especialmente por micoplasmas, podrían ser la clave oculta detrás de este grupo de enfermedades emergentes.

A Nicolson lo conocemos en biología por ser coautor en 1972 del modelo del “mosaico fluido”, de Singer y Nicolson, piedra angular de la biología moderna. Según esta teoría, la estructura de la membrana plasmática celular está formada por una doble capa de fosfolípidos en la que se incrustan proteínas y colesterol. 

A partir de los años 90, la carrera de Nicolson dio un giro radical. Motivado por el "síndrome de la Guerra del Golfo" que afectaba a su esposa, militar veterana de ese conflicto, comenzó a investigar síntomas multisistémicos sin explicación médica convencional: fatiga, dolores musculares, disfunciones cognitivas y neurológicas.

Aplicando técnicas de PCR avanzadas, Nicolson encontró un patrón inesperado: una alta prevalencia de infecciones por Mycoplasma fermentans, especialmente la cepa incognitus, en pacientes con estas enfermedades. Según Nicolson, estas infecciones podrían ser el origen real y no la consecuencia de esas enfermedades de causa hasta entonces desconocida.

La hipótesis de Nicolson se basa en una idea sencilla pero audaz: ciertas bacterias intracelulares, como Mycoplasma fermentans, son capaces de:

  • Invadir y sobrevivir dentro de células humanas: neuronas, glóbulos blancos, células endoteliales.
  • No provocar una respuesta inflamatoria aguda clásica, lo que las vuelve invisibles a los métodos diagnósticos convencionales.
  • Inducir una disfunción mitocondrial, inmunológica y neurológica persistente.

En el contexto del llamado “síndrome de la Guerra del Golfo”, Nicolson detectó M. fermentans en más del 40 % de los veteranos afectados, y llegó a sugerir que esta cepa podría haber sido modificada artificialmente e incorporada accidental o intencionadamente a vacunas administradas a los soldados.

Esto le valió una controversia con el Dr. Shyh-Ching Lo, que en 1986 había trabajabado para el Armed Forces Institute of Pathology (AFIP), parte del Ejército de Estados Unidos, y había aislado una cepa atípica de Mycoplasma fermentans en pacientes inmunodeprimidos, cepa que llegó a patentar.... 

En su investigación, Nicolson encontró que muchos pacientes mejoraban significativamente al ser tratados con antibióticos intracelulares como Doxiciclina o Azitromicina. Esto reforzaba su idea de que había una infección activa que contribuía directamente a los síntomas.

La teoría de Nicolson fue criticada, pero abrió la puerta al debate sobre el papel de las infecciones persistentes y la manipulación biológica en enfermedades crónicas contemporáneas. Sus estudios también encontraron micoplasmas en un porcentaje sorprendentemente alto de pacientes con:

  • Síndrome de fatiga crónica
  • Fibromialgia
  • Esclerosis múltiple
  • ELA

La historia de la ELA, de la que hoy se celebra el día mundial, abarca más de 150 años de investigación médica, escasos avances médicos y controversias. 

Charcot

En 1869, el neurólogo francés Jean-Martin Charcot citó por primera vez la enfermedad bajo el nombre de “sclérose latérale amyotrophique”. En 1874 Charcot publicó su descripción como una degeneración de las motoneuronas, que son aquellas que transmiten las señales nerviosas desde el cerebro y la médula espinal a los músculos, permitiendo el movimiento y control muscular. Son fundamentales tanto para el movimiento voluntario como para funciones involuntarias como respirar y deglutir. 

A pesar de los años de investigación, la causa de la ELA se mantiene hoy desconocida. En cuanto a su tratamiento, en 1995 se aprobó el Riluzol, que retrasa la progresión, pero muy modestamente. Y así hasta hoy, con unos datos que sitúan la prevalencia global de ELA en 4,42 por 100.000 habitantes, y la incidencia en 1,59 nuevos casos por 100.000 personas-año, y aumentando

Un gran estudio sobre posibles causas iatrogénicas (farmacológicas) de la ELA no encontró nada significativo, pero curiosamente no se incluyeron en él las vacunas. Y el hecho es que se han reportado casos postvacunales, por ejemplo tras la vacuna del papiloma:

Vacunas contra el papiloma y la hepatitis b contienen un potente activador del receptor tipo Toll 4 como adyuvante, y estudios recientes en animales han demostrado que la activación del receptor tipo Toll 4 está involucrada en la patogénesis de la ELA.

Esto podría conectar la hipótesis de los micoplasmas con la sinergia autoinmune y el mimetismo molecular: la hiperestimulación provocada por un adyuvante podría destruir micoplasmas que permanecían adaptados en una infección latente, liberando sus restos y generando una reacción cruzada de autoinmunidad.

La intervención humana estaría rompiendo un equilibrio vital establecido en el tiempo. Algo que cada vez suena menos raro.

Marketing farmacéutico

 

En un mundo cada vez más digital, la información sobre salud que encontramos en línea puede jugar un papel crucial en nuestras decisiones diarias: desde cómo manejar un resfriado, optar por vacunarse o no, hasta buscar tratamientos para enfermedades crónicas. El acceso a la información en principio parecería algo bueno, pero como dijo aquel, hecha la ley, hecha la trampa...

Así, en el ámbito anglosajón, podemos creer que estamos en una web a la que hemos llegado por nosotros mismos, cuando lo que realmente ha pasado es que hemos sido dirigidos a ella. El hecho es que detrás de dominios web aparentemente neutrales como asthma.com, psoriasis.com o cancer.com, se esconden  las grandes farmacéuticas, la Big Pharma, ejerciendo el control sobre las narrativas de salud en la red. Y para darnos cuenta, muchas veces tenemos que llegar hasta el fondo de la página. Veamos:

  • https://www.asthma.com/ Esta bonita página sobre el asma está controlada por GlaxoSmithKline (GSK), una empresa líder en tratamientos respiratorios, tanto los clásicos inhaladores para el asma y la EPOC (Ventolin, Seretide, Anoro...), como tratamientos biotecnológicos para el asma de alto coste como el Nucala (mepolizumab)...


  • https://www.flu.com/ (gripe.com) pertenece a Seqirus, propietarios de vacunas antigripales como Chiromas, Chiroflu...

  • https://www.hpv.com/ (virus del papiloma humano) es propiedad de Merck, que produce la vacuna contra el virus del papiloma Gardasil...

  • https://www.psoriasis.com/ está esponsorizada por AbbVie, multinacional de los biológicos Humira (adalimumab) y Skyrizi (risankizumab), usados en psoriasis...

  • https://www.arthritis.com/ pertenece a Pfizer, que produce medicamentos como Enbrel y Xeljanz, utilizados para tratar la artritis...

Y así podriamos seguir con cancer.com, melanoma.com...

Estas plataformas están diseñadas para captar la atención de los pacientes que estén buscando respuestas en línea. Al controlar estos sitios, los laboratorios se aseguran de que la información más visible sea positiva hacia sus productos, y moldean las expectativas de los pacientes a su favor, omitiendo por ejemplo alternativas más económicas, como medicamentos genéricos o tratamientos no farmacológicos, como dietas y cambios de hábitos. De este modo, cuando el paciente llegue a la consulta, estará receptivo a lo que el médico le plantee sobre la opción de ese tratamiento.

En España, la legislación es más restrictiva. Pero aquí ya hemos visto que las sociedades científicas y sus comités de expertos reciben el patrocinio de la industria farmacéutica, pese al evidente conflicto de intereses que esto genera.

A Aldous Huxley, el célebre autor de Un mundo feliz, se le atribuye la frase: “La medicina ha avanzado tanto que ya no queda nadie sano”. Curiosamente, Huxley murió el 22 de noviembre de 1963, el mismo día en que fue asesinado John F. Kennedy, tío de Robert F. Kennedy Jr., actual Secretario de Salud en la Administración Trump. Hoy, RFK Jr. representa una gran esperanza para quienes reclaman poner fin al poder omnímodo de la Big Pharma.

Lo tiene difícil.


Médicos por el Consentimiento Informado

 

El término "antivacunas" es un cajón de sastre donde el stablisment mete a todo aquel que no diga Amén a todos sus dogmas. Unos que merecen el sambenito son sin duda los miembros del PIC (Physicians for Informed Consent): los Médicos por el Consentimiento Informado.


La filosofía de los PIC es, ni más ni menos, que tanto los médicos como el público puedan evaluar los datos sobre enfermedades infecciosas y vacunas de manera objetiva, y participar voluntariamente en la toma de decisiones informadas sobre la vacunación. Algo bastante razonable. Debe ser por eso que en España no tienen sucursal.

En el tema de la vacuna de la gripe hay que reconocer que son muy críticos, y lo han plasmado en una guía informativa que incluye 9 contundentes puntos:

1. HAY UN 65% MÁS DE RIESGO DE ENFERMEDADES RESPIRATORIAS NO GRIPE EN LAS POBLACIONES QUE RECIBEN LA VACUNA CONTRA LA GRIPE.

2. LOS ESTUDIOS MUESTRAN que la vacuna contra la gripe no reduce la demanda en los hospitales.

3. LOS ESTUDIOS MUESTRAN que La vacuna contra la gripe no previene la propagación de la gripe.

4. La vacuna contra la gripe no previene la gripe aproximadamente el 65% de las veces.

5. Las dosis repetidas de la vacuna contra la gripe pueden aumentar el riesgo de que la vacuna fracase.

6. La muerte por gripe es rara en los niños.

7. LOS ESTUDIOS MUESTRAN que la vacuna contra la gripe no reduce las muertes por neumonía y gripe.

8. LOS ESTUDIOS MUESTRAN que los pacientes no se benefician de la vacunación de los trabajadores de la salud.

9. Los mandatos de vacunación contra la gripe no tienen base científica.

En España este grupo no está implantado. En cambio sí que contamos en temas vacunales con asociaciones como la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), la de Pediatría (AEP), la Asociación Española de Vacunología (AEV)..., que unen sus fuerzas en pos de un objetivo muy alejado del que defiende el PIC:


En Twitter promocionan la vacunación tanto en embarazadas como en ancianos:


Objetivo para el que cuentan con el generoso patrocinio de los laboratorios fabricantes de vacunas:


A mí ésto me choca, teniendo en cuenta que en España la publicidad de los medicamentos está prohibida, salvo para los de venta libre sin receta. Por tanto, las vacunas no pueden publicitarse, ¡quién lo diría!.

Por si acaso, el aviso legal dice que "esta campaña de concienciación no constituye ninguna publicidad médica, sino que tiene como objetivo principal divulgar la importancia de la vacunación para proteger a la población frente a estas infecciones y sus complicaciones".

Menos mal que lo aclaran, porque a algún malpensado ese tweet podría parecerle un anuncio encubierto. El hecho de que los símbolos de las empresas farmacéuticas y los de las sociedades médicas aparezcan mezclados podría contribuir al malentendido.

¿Quién paga realmente esta campaña...? El contribuyente, con sus impuestos. No hay nada gratis.

Aluminio, un elemento peligroso

 

El aluminio es el tercer elemento más abundante en la corteza terrestre, después del oxígeno y el silicio. Está en todas partes: en las rocas, en la arena, en el barro. Sin embargo, en toda la enorme complejidad de la biología humana, el aluminio no cumple ninguna función esencial. No forma parte estructural de las células, ni es cofactor de enzimas, ni participa en reacciones metabólicas vitales. 

No sólo eso. El ion trivalente Al³⁺es altamente reactivo, con gran afinidad para unirse a proteínas, fosfatos y ácidos nucleicos. Lejos de favorecer los procesos vitales, el aluminio tiende a interferir en ellos:

  • Compite con iones esenciales como el magnesio y el calcio.
  • Perturba la actividad enzimática y la función mitocondrial.
  • Desestabiliza las membranas celulares y favorece el estrés oxidativo.

En definitiva, el comportamiento químico del aluminio es hostil para el buen funcionamiento de nuestro mecanismo biológico: es un veneno.

En la naturaleza, el aluminio se combina fuertemente con oxígeno, hidrógeno y otros elementos para formar rocas y minerales como la bauxita y la caolinita. 

Estos compuestos no se disuelven fácilmente en agua, sino que forman sólidos pesados que precipitan rápidamente y se van al fondo. En cambio, otros metales esenciales como Hierro (Fe²⁺), Magnesio (Mg²⁺), Cobre (Cu²⁺), Zinc (Zn²⁺), tienen formas químicas más solubles en agua, y los organismos primitivos los incorporaron para funciones útiles:

  • Hierro, para el transporte de oxígeno y la respiración celular.
  • Magnesio, para la estabilidad del ATP.
  • Zinc y cobre, para catalizar reacciones enzimáticas.

El aluminio quedó fuera del repertorio bioquímico, no por casualidad, sino porque era inaccesible e innecesario. Durante la mayor parte de la historia humana, la exposición al aluminio fue insignificante. Pero con la industrialización, la situación cambió drásticamente: El aluminio se introdujo en el agua potable como agente clarificante, y los aditivos basados en aluminio invadieron los alimentos procesados, los cosméticos y medicamentos, como los antiácidos.

No obstante, en condiciones normales del tubo digestivo, nuestro cuerpo se defiende del aluminio no absorbiéndolo: tal como entra en por la boca se elimina por las heces. Pero hoy en día, el aluminio puede penetrar artificialmente en nuestros cuerpos superando las barreras naturales de defensa a través de otras vías:

  • Los adyuvantes de aluminio añadidos a las vacunas para potenciar la respuesta inmune.
  • Implantes y prótesis metálicas.
  • Aerosoles, inhaladores y el humo del tabaco.

Aunque el organismo humano lo considere un invasor extraño y potencialmente tóxico, una vez  que por esas vías está dentro del cuerpo, su eliminación no es sencilla. Al no ser metabolizado para ninguna función esencial, el aluminio tiende a acumularse lentamente en músculos y órganos como el cerebro y los huesos, contribuyendo a la inflamación crónica y al daño oxidativo.

No es la primera vez que hablamos del aluminio. Hemos visto que recientes investigaciones sugieren que el aluminio podría estar implicado en graves enfermedades actuales como:

  • Autismo (trabajos de Exley)
  • Enfermedades autoinmunes (Gheradi, Shoenfeld)
  • Enfermedad de Alzheimer (nuevamente Exley)
  • Asma, esclerosis lateral amiotrófica (ELA)...

Las investigaciones del aluminio y otras posibles fuentes de toxicidad socio-ambiental resultan apasionantes, y además una parte importante del establishment y sus terminales mediáticas las consideran conspiranoicas, lo cual es toda una señal de que van por el buen camino.

El diseño de la vida en la Tierra no le otorgó ningún papel al aluminio, a pesar de su abundancia. Y su incorporación artificial y reciente a nuestra biología podría estar contribuyendo al surgimiento de enfermedades que apenas comenzamos a comprender, pero que asolan nuestra sociedad.

La pléyade de enfermedades modernas no sería, una vez más, algo externo que nos ataca como una maldición, sino una consecuencia de la deriva de la sociedad actual, empeñada en no respetar las leyes de la naturaleza, empezando por las de nuestro propio cuerpo.


Los síntomas no son el problema: son el mensaje


En la medicina moderna, los síntomas suelen tratarse como enemigos. Fiebre, dolor, tos o inflamación se eliminan rápidamente con medicamentos, como si fueran errores a corregir cuanto antes. Pero ¿y si estos síntomas no fueran fallos, sino mensajes valiosos? ¿Y si suprimirlos sin entender su origen estuviera obstaculizando, en lugar de apoyar, los procesos naturales de sanación?

Los síntomas son simplemente respuestas fisiológicas. Aparecen cuando algo en nuestro entorno,interno o externo, está desequilibrando nuestro organismo:

  • La fiebre no es un enemigo: es una estrategia que dificulta la supervivencia de bacterias, acelera procesos metabólicos y activa defensas naturales.
  • El dolor señala que algo necesita atención, y nos invita a mirar hacia dentro.
  • La diarrea elimina toxinas.
  • La tos despeja nuestras vías respiratorias...

Estas reacciones forman parte del intento del cuerpo por restaurar el equilibrio, lo que en fisiología se llama homeostasis.

La medicina basada en síntomas ha llevado a una cultura de supresión: tratar lo que se ve o se siente, sin mirar más allá. Este enfoque puede derivar en iatrogenia: bajar la fiebre sin preguntar por qué está ahí, tomar analgésicos de forma crónica sin explorar la causa del dolor, medicar el insomnio sin revisar el estilo de vida… Todo esto puede aliviarnos momentáneamente, pero a costa de perpetuar o incluso agravar el desequilibrio original.

En enfermedades crónicas, los síntomas no son solo reacciones puntuales, sino expresiones de un cuerpo que intenta adaptarse a un entorno dañino:

  • Alimentación desequilibrada
  • Falta de contacto con la naturaleza, sedentarismo
  • Exposición constante a toxinas
  • Estrés crónico
  • Carga emocional no procesada...

La fatiga, el insomnio, los trastornos digestivos o el dolor persistente no son errores del cuerpo, sino sus formas de decir que algo no está funcionando.

En Medicina Sustractiva proponemos otra mirada: menos centrada en añadir fármacos o intervenciones, y más enfocada en quitar aquello que interfiere con la autorregulación del cuerpo. Eso implica:

  • Observar los síntomas sin miedo.
  • Preguntarnos qué intentan comunicarnos.
  • Revisar los hábitos, el entorno, las emociones.
  • Actuar desde la causa, no sólo desde la manifestación.

Escuchar lo que nos dicen los síntomas nos abre la puerta a una medicina más humana, más preventiva, y sobre todo, más respetuosa con nuestra biología.


¿Sinergia autoinmune?

 

Darja Kanduc es una veterana investigadora en el campo de la inmunología y la biología molecular, cuyo trabajo se ha centrado en el estudio del mimetismo molecular: la similitud entre los antígenos peptídicos de los microbios y las proteínas humanas, y sus posibles implicaciones en el desarrollo de enfermedades autoinmunes, especialmente en contextos de vacunación.


En su destacado trabajo Reactividad cruzada de péptidos: el pecado original de las vacunas, Kanduc describe el círculo vicioso que conecta la similitud entre los péptidos, el escape inmunológico microbiano, las vacunas con adyuvantes inmunoestimulantes y las reacciones cruzadas autoinmunes.

Kanduc y Shoenfeld son claros referentes en el campo de la autoinmunidad inducida por vacunas mediante el mimetismo molecular, un area de investigación que sin embargo no termina de explotar. Hay algo que parece que se les está escapando, y quizá ambos podrían estar cometiendo un error de perspectiva: pensar que el adyuvante incluido en la vacuna sólo potencia la respuesta contra los antígenos de la vacuna. ¿Hay que repensar la autoinmunidad?

Nosotros modestamente pensamos que sí, que una vez que el adyuvante entra en el organismo, sus acciones están fuera de control, que el efecto del adyuvante no distingue entre los antígenos de la vacuna y otros antígenos presentes en el cuerpo en el momento de la vacunación, y que la inmunoestimulación del adyuvante puede afectar a otros antígenos microbianos de una infección simultánea.

Es decir, que en el caso de inyectar una vacuna con adyuvante a una persona que está atravesando por una infección, puede haber una sinergia autoinmune, que el adyuvante puede generar una reacción a la bacteria tan exagerada que afecte al propio cuerpo, y que diferentes bacterias podrían dar lugar a las diversas enfermedades autoinmunes. De hecho, tras recopilar muchos datos, hemos plasmado esta idea en una tabla que las relaciona:

Puede parecer descabellado, porque si fuera así, ¿cómo es que no se ha detectado hasta ahora en los ensayos clínicos...?

Hay que tener en cuenta que los ensayos que se hacen con las vacunas, como con el resto de medicamentos, suelen hacerse en personas sanas, una situación ideal que no se corresponde con la situación en la que los fármacos se utilizan en la vida real. De ahí que muchos efectos adversos se descubran en la etapa de postcomercialización.

Tampoco es habitual, o no debería serlo, que se vacune a una persona en medio de un proceso infeccioso. Pero no es descartable, ya que hay infecciones que pueden pasar desapercibidas.

Y hay datos en la bibliografía que apoyan por separado estas asociaciones bacteria-enfermedad autoinmune y vacuna con adyuvante-enfermedad autoinmune. Simplemente hemos ido combinando los datos disponibles.

Aunque la teoría es más compleja, y se centra sobre todo en las bacterias gramnegativas, la sinergia autoinmune podría sintetizarse así: 

INFECCIÓN BACTERIANA+ADYUVANTE DE ALUMINIO=ENFERMEDAD AUTOINMUNE

Ante la actual proliferación de enfermedades autoinmunes, se impone la búsqueda de explicaciones imaginativas. Sólo así podremos salir del laberinto sin salida aparente en el que nos encontramos.


Manosa: el azúcar enigmático

 

La manosa es un carbohidrato o azúcar simple que tiene la misma composición química que la glucosa, de la que sólo se diferencia en que un grupo -H y otro -OH tienen intercambiadas sus posiciones:

Pese a su extrema similitud, estos azúcares desempeñan roles muy diferentes en el metabolismo y la inmunidad humanas. Así, mientras que la glucosa es la principal fuente de energía para las células del cuerpo, el papel de la manosa ahí es poco relevante, pues se incorpora al metabolismo de la glucosa.

Por el contrario, la manosa y sus polímeros tienen un papel muy destacado en la capacidad del sistema inmunológico para distiguir entre lo propio y lo extraño, lo que hace que tengan interés en la investigación médica:

La simple ingestión de manosa puede interferir con la capacidad de las bacterias para unirse a las células del tracto urinario, ayudando a la prevención de la infección por un efecto "arrastre", y reduciendo así el riesgo de cistitis.
La manosa se encuentra en frutas como las peras y los arándanos, y verduras como las coles de Bruselas y las alcachofas, aunque resulta más eficaz tomarla en forma de suplemento.

En cuanto a los polímeros de manosa, llamados mananos, son unas cadenas de manosa expuestas y repetitivas que están presentes en la superficie de muchos microorganismos, y que actúan como un "marcador" que el sistema inmunitario interpreta como "ajeno".

Las células del sistema inmunitario innato como los macrófagos y células dendríticas tienen receptores de manosa, que identifican esas cadenas de manosa en la superficie de bacterias, virus u hongos, lo que ayuda a activar la respuesta inmunitaria y a promover su eliminación inmediata por medio de la fagocitosis. 


Se trata de una defensa muy básica, un "aquí te pillo, aquí te mato", pues a diferencia de lo que ocurre con los antígenos protéicos, la eliminación de los antígenos de carbohidratos no genera memoria, porque no involucra a los linfocitos T. ¿Qué explicación puede tener esto?

Una posibilidad fascinante es que dado que los carbohidratos también forman parte de las células humanas, aunque con patrones diferentes, hay cierta superposición estructural. Si el sistema inmunitario adaptativo desarrollara memoria contra antígenos carbohidratos de patógenos, podría aumentar el riesgo de que linfocitos B o T de memoria reaccionaran de forma cruzada contra carbohidratos propios similares, desencadenando respuestas autoinmunes.


Es como si el sistema inmune no sólo buscara atacar lo extraño, sino también proteger lo propio, minimizando errores catastróficos como la autoinmunidad. Una medida precautoria que el intervencionismo médico actual podría estar violando mediante la hipervacunación. 


El desastre de los ensayos de las vacunas COVID

 

Poco que añadir a lo que Jay Bhattacharya y Martin Kulldorff acaban de publicar:

"El objetivo fundamental para las vacunas COVID no era prevenir infecciones leves, sino prevenir muertes, hospitalizaciones y transmisión. A pesar de esto, los ensayos controlados aleatorios evaluaron la reducción a corto plazo de infecciones sintomáticas por COVID, sin abordar cuestiones importantes de salud pública. 

Este resultado se debió a ensayos mal diseñados. A pesar de carecer de datos clave, las agencias de salud pública hicieron afirmaciones sobre la vacuna sin fundamento, publicaron recomendaciones no científicas e impusieron mandatos de vacunación poco éticos. Como resultado, ha aumentado la vacilación ante la vacuna, mientras que la confianza en la salud pública ha disminuido".

Peter Doshi lo avisó, como reflejamos aquí en un ya lejano octubre de 2020.

"El mundo ha apostado mucho por las vacunas como solución a la pandemia, pero los ensayos no se centran en responder a las preguntas que muchos podrían asumir".

"Ninguno de los ensayos actualmente en curso está diseñado para detectar una reducción en cualquier resultado grave como ingresos hospitalarios, uso de cuidados intensivos o muertes". 

"Tampoco se están estudiando las vacunas para determinar si pueden interrumpir la transmisión del virus".

Doshi lo clavó, pero no lo sacaron en el telediario. Quien paga, manda.

Por cierto, siguen saliendo informes de efectos adversos, y corren rumores de que las vacunas COVID podría suspenderse en Estados Unidos. ¿Saldrá en el telediario?



El covidmetro marca un 38%

 

Según informa Infosalus, en la temporada 2024-2025 en España se ha vacunado contra el Covid-19 el 38% de las personas mayores de 60 años, apenas la mitad del objetivo establecido por el Ministerio de Sanidad, que era el 75%. Es decir, un 62% la ha rechazado. En cuanto a la de la gripe, se ha vacunado el 57% de los mayores de 60 años, rechazándola el 43%.

Los expertos están dándole vueltas a las razones de estas cifras aparentemente bajas.


Para el preventivista catalán Antoni Trilla las cifras son preocupantes, y para el microbiólogo vallisoletano Raúl Ortiz estamos "jugando con fuego". Hablan de desinformación y de exageración en la difusión de los efectos adversos, basándose en que uno de cada tres encuestados menciona que el temor a "posibles molestias" derivadas de la vacuna ha influido en su decisión de no vacunarse.

En cualquier caso, la realidad es tozuda, y mi reflexión es otra:

  • ¿Se le tiene más miedo a la gripe que al Covid? No creo.
  • ¿Se le tiene más miedo a la vacuna del Covid que a la de la gripe? Parece que sí.
  • ¿Se le tiene más miedo a la gripe o a la vacuna de la gripe? A la gripe.
  • ¿Se le tiene más miedo al Covid o a la vacuna del Covid? A la vacuna.

El pueblo es soberano y decide.

En cuanto a la información y desinformación, la confirmación de Robert F. Kennedy Jr. como futuro secretario de salud de los Estados Unidos abre una nueva etapa de esperanza para los defensores de la autonomía corporal y el consentimiento informado. 

De Kennedy se espera una profunda reforma del sistema de salud para enfocarlo en la auténtica prevención, huyendo de la hipermedicalización, y abordando la pandemia de las enfermedades crónicas y autoinmunes, una auténtica emergencia de salud global. Que Dios le ilumine.


¿Fue Wuhan un MacGuffin?

 

En cine, un MacGuffin es un elemento de la historia (un objeto, una persona o incluso una idea) que motiva a los personajes y mueve la trama, pero en sí mismo no tiene importancia real en la historia. No afecta al desarrollo de los personajes ni al desenlace, solo sirve como catalizador de la acción. El término fue popularizado por Alfred Hitchcock, quien lo usó con maestría en films como Encadenados o 39 escalones.

Ya aquí nos tomamos en su día con sentido del humor toda la trama covidiana, a la que bautizamos como la mariposa de Wuhan. Que un virus saltara de un pangolín (o murciélago, qué más da) a la especie humana en el mercado de una ciudad en la que, justamente, estaba el mayor laboratorio de virología del mundo siempre fue algo que sonaba a Hollywood, y al final se convirtió de hecho en una película distópica en la que todos fuimos incluidos a la fuerza como extras para interpretar el papel de ciudadanos a los que se les conculcan todos sus derechos con la excusa de la salud pública.

Ahora el guion da un giro final abacadabrante, y la CIA reconoce como plausible que el virus saliera de una investigación de ganancia de función pagada por (¡chachán!) los mismísimos Estados Unidos a través de la USAID, una mafia cuyos tentáculos llegan hasta políticos, medios periodísticos, grupos de indignados y hasta el último hombre del tiempo de una tele autonómica española. Todos pagados para sermonearnos a todas horas con la letanía woke del cambio climático, la ideología de género y el "que viene el coronavirus".

Sin embargo, ahora que lo confiesan, resulta más increíble que nunca. Jessica Hockett afirma con razón que es imposible que un virus procedente de China causara picos de mortalidad simultáneos en Madrid, Nueva York o Bérgamo, y habla claramente de que esas gráficas son un fraude, una construcción "ad hoc". Afirma que los datos de mortalidad simplemente se hincharon, nada complicado ya que los registros nunca han funcionado "on line" como se nos hizo creer en aquellos días a través de los telediarios.

Los test diagnósticos daban positivo con zumo de naranja, las pruebas PCR resulta que daban positivas al SARS-CoV-2 en las aguas residuales de Barcelona almacenadas en marzo de 2019, es decir, ¡mucho antes de la presunta fuga del laboratorio!

Con el COVID, como con cualquier película de ciencia ficción, al analizarla fríamente cuando acaba te das cuenta de que nada tenía sentido, pero has estado dos horas boquiabierto tragando todo lo que te echaban por la pantalla. De hecho, el aumento de la mortalidad por todas las causas se produjo con posterioridad, y nadie prestó atención. Eran ya los títulos de crédito y había sueño.

Wuhan era la palabra mágica que se nombraba para entrar en nuestro subconsciente, como la clave de nuestra VISA. Escuchábamos Wuhan y nos daba igual pangolín que cerdo ibérico, nuestra mente era hackeada y nos convertiamos en zombis obedientes.

Pero escucharla ahora ya no funciona. Ya pueden sacar fotos de Fauci en Wuhan con bata blanca rodeado de chinos que yo no me lo creo. Lo que pasó no tuvo lugar en China, sino en nuestras mentes: una manipulación como nunca ni se había podido imaginar, perpetrada a la sociedad mejor preparada (¡ja!) por un grupo de desalmados, con la cooperación de una legión de mercenarios descerebrados. Y todo para vendernos el enésimo bálsamo de Fierabrás...

Chinos, laboratorios, pangolines, aplausos, encierros, tests, pasaportes, inyecciones mágicas... Y ahora la CIA. Hitchcok estaría orgulloso de sus aventajados alumnos. THE END.