Múltiples estudios hablan del gran número de ingresos hospitalarios y fallecimientos debidos a efectos no deseados de los fármacos, y diversas organizaciones claman con razón por un uso más racional de los medicamentos.
Sorprende que ante el COVID-19, una enfermedad cuyo mecanismo no está ni mucho menos aclarado, las administraciones políticas y sanitarias promuevan y hasta exijan a toda la población que se deje administrar de forma inmediata unos fármacos nuevos, mal llamados vacunas, cuyo tiempo de desarrollo ha sido de meses, y cuyos efectos a medio y largo plazo, tanto positivos como adversos, se desconocen.
¿No se teme aquí a la posible iatrogenia...?
En salud debería regir el principio de prudencia, porque las prisas suelen ser malas consejeras.
Sorprende también que en medio de otrora impensables recortes de derechos y libertades en pos de la salud de la población, se siga permitiendo la venta y consumo de tabaco, un producto cuya toxicidad está fuera de cualquier duda y que no produce beneficio alguno, salvo el que obtienen los estados vía impuestos.
Parece que el lema aquí es: "mátate si quieres, y mata a los de tu alrededor, pero paga".
INCOHERENCIA
El caso es que la adicción a la nicotina es muy difícil de curar. Todo lo prohibido atrae a los jóvenes y fomenta el tráfico ilícito. No tengo respuesta ante el tabaquismo. Conseguí dejarlo y mis pulmones trabajan a pleno rendimiento, Juan.
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