Si los virus de la gripe apenas pueden "sobrevivir" unas horas fuera de su huesped, ¿cómo es que cada invierno reaparecen?, ¿de dónde vuelven cada año?, ¿cuál es su reservorio...?
La teoría oficial ha culpado históricamente de la transmisión a distancia de la gripe a los movimientos migratorios de patos y gansos en su búsqueda de climas favorables. No en vano, estas aves pueden albergar una amplia variedad de virus de la gripe aviar y servir como fuente de nuevos subtipos de virus de la gripe. Una explicación bella y simple, pero con una gran pega: es falsa.
Porque basta reflexionar un poco para darse cuenta de que cuando la gripe aparece cada año con la llegada de las temperaturas frías del invierno, las aves migratorias hace ya tiempo que se fueron, así que la propagación de la gripe realmente va en sentido contrario a la trayectoria de las aves. ¡Vaya!
En 2010 la Comisión Europea tuvo que reconocer que es poco probable que las aves migratorias extiendan la gripe, pese a lo cual la teoría sigue figurando en libros y páginas web.
Lo cierto es que la gripe lleva siglos manteniéndose en la Tierra como la llama de la antorcha olímpica, y seguimos sin saber cómo ni por qué. Al pensamiento materialista dominante le cuesta reconocerlo, pero el hecho es que las universales leyes de la Física se quedan muy cortas a la hora de explicar lo que sucede en el interior de los organismos vivos, unas máquinas hechas de carbono con un diseño fabulosamente complejo.
Aquí ya vimos que el sistema inmunológico humano parece debilitarse durante los meses de invierno, lo que hace que las personas sean más susceptibles a contagiarse del resfriado y otros virus respiratorios...
La teoría del contagio parecía un tema inquebrantable hasta ahora, pero desde hace un tiempo un grupo de investigadores españoles no oficialistas ha empezado a cuestionarla. Siguiendo los ya lejanos pasos del genial biólogo Máximo Sandín, hay virus que ya no se ven como venenos sino como mensajeros, y su papel en la evolución empieza a ponerse en valor frente a las simplistas y trasnochadas tesis darwinistas...
Bajo esta nueva perspectiva, los seres vivos somos complejas máquinas de carbono cuyo software reside en el ADN de nuestras células, y las infecciones víricas naturales podrían jugar un papel semejante al de las actualizaciones de software: actualizaciones peligrosas para las máquinas "viejas", pero actualizaciones al fin y al cabo necesarias para adaptar el funcionamiento de las máquinas "jóvenes" a las necesidades emergentes. Para evolucionar.
Si al descubrimiento ya establecido del papel beneficioso de la microbiota bacteriana en simbiosis con nuestras células se uniera una visión de los virus naturales como aliados y no como enemigos, estariamos ante la apasionante revolución en la Biología promovida hace ya tiempo por Sandín y sintetizada en su famosa frase: "somos bacterias y virus". Una revolución también para la Medicina.
Lógicamente, fuera de este papel protector de los virus naturales quedarían los virus surgidos en las últimas décadas, bastante sospechosos de haber sido creados artificialmente en laboratorio: Ébola, Zyka, VIH, nuevos coronavirus...
Como tantas veces en la historia, el mayor enemigo de la Humanidad resulta ser el propio hombre.
Juan, te mereces el Premio Nobel de Bioquímica, pedazo ansotano!
ResponderEliminarQué bien te explicas. Muchas gracias por seguir divulgando
ResponderEliminarValiente, claro y conciso. ¡Gracias!
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