Primeros experimentos con la viruela en monos

 


El American Journal of Epidemiology traía en su número de enero de 1960 el que quizá sea el primer experimento documentado consistente en infectar con el virus de la viruela humana a monos mediante el uso de aerosoles... 

Se trataba de la de la cepa Yamada y de monos macacos filipinos. Y no creo que a nadie sorprenda que, como puede leerse al final de la primera página, este experimento tuviera lugar en Fort Detrick, unas instalaciones históricas del Programa de Armas Biológicas de los Chemical Corps del Ejército de los Estados Unidos...

Un cuerpo que conmemoró el centenario de su fundación, que se remonta al programa de desarrollo de gases venenosos y otras armas químicas durante la Primera Guerra Mundial, con un sugestivo logo...

Existen barreras biológicas que evitan el paso de un virus de una especie a otra, pero "el progreso" no parece dispuesto a respetarlas.


Hepatitis sí, hepatitis no

 

Un mes después de tratar en este blog la elevada casuística de hepatitis autoinmune tras vacunación COVID, aparecen dos publicaciones con datos aparentemente contradictorios sobre el tema:

Por un lado, el Heraldo trae la noticia de que "Una elevación de las transaminasas tras la vacunación del covid-19 puede indicar el debut o la reagudización de una hepatitis autoinmune, según un estudio multicéntrico nacional con datos de 9 hospitales, y presentado en el 47º Congreso de la Asociación Española para el Estudio del Hígado (AEEH)".

"Concretamente, el citado estudio, incluye 25 pacientes de 9 hospitales académicos españoles, con una edad media de 51 años, vacunados con Pfizer BioNTech (14), Moderna (4), Oxford-Astrazeneca (5) y Janssen (2). Aplicado el 'Score RUCAM' que establece la posible relación causal entre fármacos y lesión hepática, el estudio muestra asociación entre la vacuna y la alteración hepática en más de la mitad de los casos (13 de 25)".

Y por otro, el 15º Informe de Farmacovigilancia sobre vacunas COVID-19 de la AEMPS dice que "En base a la información procedente de la literatura científica, los casos de hepatitis autoinmune notificados a nivel mundial y los datos adicionales que han proporcionado los titulares de autorización de comercialización, el PRAC ha concluido que la evidencia disponible hasta el momento no apoya la existencia de una relación causal entre la administración de Comirnaty y Spikevax, y los casos de hepatitis autoinmune notificadosNo obstante, este riesgo continuará bajo estrecha vigilancia y se tomarán las medidas apropiadas en caso necesario".

Podría pensarse que mientras las agencias estatales toman habitualmente decisiones drásticas como la retirada de lotes completos de medicamentos por una simple errata tipográfica en el prospecto, con los fármacos anti-COVID hubieran asumido con fe ciega la presunción de seguridad, optando por ignorar las señales de alarma de los estudios que se están publicando. El tiempo dirá.


¿Medicina personalizada...?

 


William Shakespeare, de 81 años, el primer hombre en recibir la vacuna contra el COVID en el Reino Unido, falleció cinco meses después de ser vacunado. ¿De qué murió...? La sabiduría popular tiene la respuesta: del último mal...

Con la llegada del COVID se ha implementado un programa de vacunación universal con distintos tipos de vacunas y sin valoración médica previa de cada individuo, en el que se administra el mismo fármaco y a la misma dosis tanto a un joven sano de 18 años como a un anciano de 90 con comorbilidades.

¿Dónde ha quedado la tan cacareada "medicina personalizada"...?

¿No estábamos en un nuevo paradigma según el cual no hay enfermedades sino enfermos...?

Ni todas las personas son iguales, ni tampoco todas las vacunas son iguales. Sin embargo, la realidad es que con el argumento de la urgencia y de la falta de tiempo y medios, se ha implantado una vacunación despersonalizada, un auténtico "café para todos", con la esperanza de que todo saliera bien. Todo muy científico...

En 2020 se publicó en el Lancet el acertado artículo Vacunología: ¿hora de cambiar el paradigma?, en el que se defiende que en los ensayos clínicos siempre debe estudiarse la supervivencia total y la mortalidad total por todas las causas. 

Para entender el argumento, imaginemos que un estudio concluyera que conducir con gafas de sol disminuye los accidentes por deslumbramiento, y recomendara su uso. Bien, pero resulta que al estudiar el número total de accidentes, se encontrara que realmente había aumentado, debido a la pérdida de visibilidad general ocasionada por las gafas oscuras. El balance resultaría negativo.

Esto mismo debe tenerse en cuenta con los fármacos. También con las vacunas. Es totalmente acientífico pensar que un medicamento sólo va a actuar donde el laboratorio quiere posicionarlo, sin afectar al resto del organismo. Positiva o negativamente.

De hecho, ya hay estudios de este tipo que revelan sorprendentes resultados:

  • La vacuna del sarampión mejora los datos globales
  • La vacuna DTP empeora los datos globales
En cuanto a las vacunas COVID, un estudio encuentra que las de ARN empeoran los datos, mientras que las de ADN los mejoran. Con base en esto, Maryanne Demasi se pregunta si las vacunas COVID realmente salvan vidas.

Queda muchísimo por investigar.


Casualidades en torno a los monos y la viruela



La extraña alarma sanitaria por la aparición de varios casos de viruela del mono en humanos me trae a la cabeza que estos dos entes ya los hemos visto asociados hace poco tiempo, y justamente en el campo de la investigación de vacunas COVID: 

Así, la abandonada vacuna del CSIC y Biofabri utilizaba como vehículo un virus de la familia de la viruela inactivado...

Y como animales de experimentación, monos. Fue justamente el daño encontrado en los pulmones al sacrificar uno de los monos inoculados con el prototipo de vacuna en pruebas lo que hizo detener el experimento.

También relacionada con los monos está la vacuna de AstraZeneca, que utiliza como vehículo un adenovirus de chimpancé, y la de Sinopharm, que contiene virus completo inactivado aislado de pacientes de Wuhan cultivado en células vero de epitelio de riñón de mono verde africano.

Casualidad o no, los peligros potenciales de la experimentación con virus de laboratorio son incalculables, y parece que nadie está dispuesto a poner límites...