El estudio dirigido por el microbiólogo francés Didier Raoult, que promovía el uso de la Hidroxicloroquina para tratar el COVID-19, ha sido finalmente retractado. El artículo, publicado en marzo de 2020 en la revista International Journal of Antimicrobial Agents, ha sido retirado el 17 de diciembre de 2024 debido a la falta de consentimiento informado de los pacientes y a otras presuntas fallas metodológicas. Da igual, es demasiado tarde.
El estudio sugirió que la combinación de Hidroxicloroquina y Azitromicina podía reducir la carga viral en pacientes con COVID-19, algo que posteriormente se demostró ineficaz y potencialmente peligroso para los pacientes. Pero es que, como todavía puede leerse, el estudio incluía 36 pacientes, 20 tratados con Hidroxicloroquina y 16 pacientes de control, y hubo un muerto en el grupo tratado, por ninguno en el control. Es decir, algo similar a lo que se vería después con la vacuna de Pfizer, que pese a producirse más muertos "por otras causas" en el grupo que la recibió, se aprobaría. Ciencia.
Ya en agosto de 2020 nos mostramos aquí excépticos con la Hidroxicloroquina, tras comprobar que alguno de los primeros pacientes fallecidos diagnosticados de COVID-19 llevaba tomándola años como tratamiento de la artritis, y eso no le había protegido. Decíamos: "Sí, es sólo un caso, pero ¿por qué pensar que lo que a él no le sirvió para prevenir la enfermedad iba a servirles a otros para tratarla?".
Empezaban a aflorar además ya entonces los casos de efectos adversos, que no eran pocos ni leves.
Pero en los tiempos de los comités de expertos "fantasmas" y del "algo hay que dar", la Hidroxicloroquina se aplicó a discreción, y ojo si no la conseguías. Luego vendrían los encierros, los tests, las PCRs, las vacunas, los pasaportes...
Con la perspectiva que da el paso del tiempo, todo aquello parece una larga película surrealista de terror de la que apenas queda una nebulosa en la memoria. Nuestro subconsciente tiende a olvidar los traumas como mecanismo de defensa para poder seguir en las otras luchas diarias.
Pero no fue un mal sueño, fue real. Nos robaron dos años de nuestras vidas en una guerra psicológica librada a través de los medios de desinformación, propaganda y manipulación. Dos años que nada ni nadie nos va a devolver. Dos años que no hay que olvidar, ni perdonar.
Ahora con Koldo y Abalos pillados, ya sabemos porqué nos obligaban a llevar la mascarilla al aire libre.
ResponderEliminarJesús