Cloroquina/Hidroxicloroquina y COVID-19

 

Un motivo para desconfiar en la eficacia de la Hidroxicloroquina como tratamiento del COVID-19 es el haber podido constatar que a un anciano que llevaba más de 2 años tomándola para su artritis no le impidiera ser oficialmente uno de los primeros fallecidos.

Sí, es sólo un caso, pero ¿por qué pensar que lo que a él no le sirvió para prevenir la enfermedad iba a servirle a otros para tratarla...? Quién sabe, pero el caso no incitaba a confiar mucho en ese remedio que, como tantas otras cosas, venía de China y sin aval de ningún ensayo serio, pero que había quien quería usarlo porque "algo hay que darles a los enfermos...". En fin. La FDA ha revocado la autorización de su uso de emergencia.

Llega también ahora una alerta de Farmacovigilancia que habla de sus efectos adversos e interacciones, que no son pocos ni leves:

  • Estos medicamentos pueden ocasionar trastornos del ritmo cardíaco, específicamente prolongación del intervalo QT del ECG. Este riesgo aumenta con dosis altas y cuando se administra con otros medicamentos que también comparten este posible riesgo como azitromicina.
  • No es aconsejable por tanto la combinación de cloroquina o hidroxicloroquina con otros medicamentos que comparten el riesgo de prolongar el intervalo QT del ECG, especialmente en pacientes con factores de riesgo de un intervalo QT prolongado. En caso de necesitar administrarlo en alguna de estas condiciones, se realizará una vigilancia estrecha del paciente.
  • Se recomienda informar a los pacientes que comienzan el tratamiento sobre los posibles signos y síntomas que sugieren un trastorno del ritmo recomendándoles que consulten con el médico que les realiza el seguimiento en caso de que aparezcan.
  • También pueden aparecer trastornos neuropsiquiátricos graves, principalmente al inicio del tratamiento, por lo que se debe extremar la precaución y la vigilancia de cualquier cambio en el comportamiento de los pacientes en tratamiento.


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