Los autores del trabajo Toxicosis por aluminio exponen que:
- El aluminio puede acceder al organismo humano en grado de producir toxicidad. Su entrada se da por inhalación de aerosoles o partículas, ingestión de alimentos, agua y medicamentos, contacto con la piel, o bien por vía parenteral a través de vacunas, diálisis e infusiones intravenosas.
- Las acciones tóxicas del aluminio inducen estrés oxidativo, alteraciones inmunológicas, genotoxicidad, efecto proinflamatorio, desnaturalización o transformación de péptidos, disfunción enzimática, alteración metabólica, amiloidogénesis, perturbación de la membrana, dishomeostasis del hierro, apoptosis, necrosis y displasia.
- Entre las patologías asociadas con la intoxicación por aluminio están la neumonía intersticial descamativa, proteinosis alveolar pulmonar, granulomas, granulomatosis y fibrosis, miocarditis tóxica, trombosis y accidente cerebrovascular isquémico, enteritis granulomatosa, enfermedad de Crohn, enfermedades inflamatorias del intestino, anemia, enfermedad de Alzheimer, demencia, esclerosis múltiple, autismo, miofascitis macrofágica, osteomalacia, oligospermia e infertilidad, enfermedad hepatorrenal, cáncer y quiste de mama, pancreatitis, necrosis pancreática y diabetes mellitus.
Según Tomljenovic, la investigación revela que:
- Se necesitan cantidades muy pequeñas de aluminio para producir neurotoxicidad.
- El aluminio secuestra diferentes mecanismos de transporte para atravesar activamente las barreras cerebrales.
- La evidencia experimental ha demostrado repetidamente que la intoxicación crónica por aluminio reproduce las características neuropatológicas de la enfermedad de Alzheimer.
Según Ivanovski, existen claramente diferentes rutas de exposición al aluminio y no necesariamente equivalentes. Así, aunque comúnmente se supone que los niños obtienen mucho más aluminio de la dieta que de la vacunación, esta noción contradice los principios toxicológicos básicos al pasar por alto las barreras protectoras del tracto gastrointestinal, puesto que sólo el 0,25% del aluminio de la dieta se absorbe y pasa a la circulación sistémica, y gran parte de éste suele ser eliminado rápidamente por los riñones. En contraste, el hidróxido de aluminio (la forma de adyuvante vacunal más común) inyectado por vía intramuscular se absorbe casi al 100%, al entrar en la circulación se une a la transferrina y tiene así una capacidad única para cruzar la barrera hemato-encefálica y depositarse en el cerebro.
Para Exley vivimos en la "era del aluminio". La exposición humana al aluminio es inevitable y quizás inestimable. El catión metálico libre del aluminio Al(3+) es altamente reactivo biológicamente y se sabe muy poco acerca de la intoxicación crónica por aluminio como para descartar que la enfermedad de Alzheimer sea síntoma de una intoxicación crónica por aluminio durante décadas, o que el cáncer de mama se agrave con la aplicación tópica de una sal de aluminio, o si el autismo podría ser el resultado de una cascada inmunitaria iniciada por un adyuvante de aluminio.
La bibliografía es extensa y dispersa, y todo un reto el intento de integrarla.
Es un elemento químico muy abundante en la corteza terrestre.
ResponderEliminarSí, pero no tiene ningún papel biológico y el cuerpo tiene barreras para no absorberlo. Barreras que estamos traspasando con intervenciones muy arriesgadas que parece que están detrás de varias enfermedades "modernas".
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