Y es que durante la Primera Guerra Mundial España fue un país neutral, y los medios informaron libremente del primer brote detectado en Madrid a fines de mayo de 1918, mientras que las muertes acaecidas con anterioridad en los países en guerra habían sido censuradas para no afectar la moral de las tropas. Poco importó que la prensa española informara que la enfermedad provenía de Francia y la llamara la “gripe francesa”, pues a España ya se le había colgado el muerto.
Francia era justamente el campo de batalla principal de la Guerra, donde ya se habían probado a la desesperada armas nuevas como los gases venenosos, así que no es descabellada la idea de que se probaran también armas biológicas. El mayor experto del momento era Emil von Behring, el bacteriólogo alemán premio Nobel en 1901 por sus trabajos sobre la difteria, que había estudiado en la Academia de Medicina Militar en Berlín y trabajó como cirujano militar. Su muerte en el laboratorio en 1917 a causa de una neumonía podría estar detrás de un experimento bélico que se le fue de las manos. Se trata de una simple especulación de lo que pudo ser una "gripe alemana".
La teoría oficial sitúa el origen de la pandemia en los fuertes norteamericanos para entrenamiento de los reclutas, por lo que habría que rebautizarla como "gripe estadounidense". Estados Unidos entró en guerra contra Alemania en abril de 1917. Lo que no es tan oficial es que el Dr Frederick L. Gates (abuelo de Bill) publicó en julio de 1918 que, tras un brote de meningitis acaecido en noviembre de 1917, se decidió inyectar entre el 21 de enero y el 4 de junio de 1918 a los soldados de Fort Riley una vacuna experimental contra la meningitis bacteriana cultivada en caballos por el Instituto Rockefeller de Investigación Médica de Nueva York. Gates informa que varios hombres tenían síntomas similares a los de la gripe (tos, vómitos y diarrea) después de recibir la vacuna. Aquí el pdf del artículo, a prueba de censores y verificadores.
Los soldados fueron enviados a Europa para luchar, pudiendo propagar allí las bacterias. Además, el mismo suero antimeningocócico también se envió a países aliados como Inglaterra, Francia, Bélgica e Italia. Según esto, el nombre correcto bien podría ser el de "gripe de Rockefeller".
Hay que tener en cuenta que en 1918 "gripe" era un término genérico para enfermedades de origen desconocido, y el desconocimiento sobre los virus y los métodos para tratar infecciones era absoluto. De hecho, no fue hasta la década de 1930 cuando se comprobó que la causa de la gripe era un virus y no una bacteria, al conseguirse el crecimiento viral en huevos de gallina embrionados, lo que conduciría a las primeras vacunas experimentales, que hoy perduran.
La sintomatología de la gripe es compartida con otras infecciones respiratorias y, atención, con alguna intoxicación por fármacos...
Y es que hay quien piensa que, como en otros casos, pudo ser peor el remedio que la enfermedad. En Uppsala, desde 1978 sede del centro de monitoreo para la seguridad de los medicamentos de la OMS, se usaron contra la gripe de 1918 remedios tales como el Arsénico...
La tesis de que la sobredosis de Aspirina, ¡usada en dosis tóxicas de hasta 32 gramos al día para tratar la enfermedad de 1918!, fue la auténtica responsable de la mortalidad, llevaría a hablar de la "gripe de la Aspirina", el mayor caso de iatrogenia hasta nuestros días...
Se dice que la Medicina no es una ciencia exacta. El asunto de la gripe de 1918 así lo atestigua.
Lecturas adicionales: Actasanitaria, salmartingano, tierrapura
Tremenda exposición. Brillante!
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