"Dosis sola facit venenum", dijo Paracelso, es decir, «sólo la dosis hace al veneno». Para los que no terminen de asimilar la idea de que los medicamentos pueden ser tóxicos, baste este ejemplo:
Los anticoagulantes orales clásicos son el Acenocumarol y la Warfarina. El primero es el más usado en España, pero a nivel mundial domina la Warfarina. Lo curioso es que este principio activo también se comercializa como raticida...
Y claro, su mecanismo de acción como veneno es el mismo que cuando se usa como medicamento en humanos: reduce la capacidad de coagulación de la sangre al inhibir la producción de factores dependientes de la vitamina K.
La Warfarina fue descubierta en 1948 por Karl Paul Link como fruto final de la investigación de la enfermedad del trébol dulce, que provocaba que el ganado que se alimentaba de ese forraje fermentado muriera desangrado.
Su acción lenta hace que la muerte se produzca algunos días después de ingerir la dosis letal, que es la propiedad que todo buen veneno debe poseer para evitar que las ratas "aprendan" de lo que les ha pasado a sus congéneres.
Las ratas son listas, pero en farmacología flojean.
Ejemplo genial. Así se divulga. Tú sí que eres listo ansotano-cromagnon!
ResponderEliminarMe ha gustado el artículo, me hubiera gustado que hubiera hecho mención a alguna alternativa a esos medicamentos.
ResponderEliminarJuan: Esto me sugiere una de tus seguidoras, Lola.
Estos fármacos son los de elección para las afecciones tromboembólicas, y están avalados por una amplia experiencia de uso. Eso sí, requieren controles periódicos de seguimiento para el ajuste de dosis.
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