Hepatitis C: erradicada sin vacuna

 


Uno de los grandes hitos de la farmacología moderna es la victoria sobre la hepatitis C. Tras años intentando combatir al virus mediante la combinación de la tóxica Ribavirina y distintos interferones obtenidos por biotecnología, igualmente tóxicos, fue un fármaco tradicional, el Sofosbuvir (Sovaldi, de Gilead), el que inició en 2014 el camino del éxito contra este virus que se transmite por vía parenteral (a través de las inyecciones).

Hoy, más del 95% de las hepatitis C se curan en 8 ó 12 semanas con estos tratamientos, y con relativamente pocos efectos adversos: 


A diferencia de los fármacos "biológicos" usados para paliar los síntomas (y no siempre con éxito) de la artritis reumatoide, la psoriasis o el Crohn, que cuestan (al Estado) más de 1.000 euros al mes, los antivirales de acción directa contra el virus C son fármacos no biotecnológicos, igualmente muy caros, pero con un factor distintivo: curan la hepatitis C.

Mientras, un envase con 40 comprimidos de Ibuprofeno le cuesta al consumidor 1,2 €, es decir, 3 céntimos el comprimido. Tampoco cura, pero alivia y es muy barato. ¿Habría algún paciente que aceptara pagar los 1.000 euros por el fármaco biotecnológico...? No importa, la Seguridad Social paga. Y la eficacia se les supone.

Pero recordemos que la eficacia es una falacia. Lo que cuenta es la eficiencia, es decir, el beneficio obtenido en relación con el coste. Y aquí, el Ibuprofeno arrasa. 


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