Es una ciclodextrina fabricada por la empresa china Zhi Yuan, y usada como excipiente del antiviral Remdesivir, autorizado para el tratamiento del COVID.
Las ciclodextrinas actúan encapsulando a otras sustancias. Así, el fármaco Sugammadex es una ciclodextrina que encapsula al fármaco anestésico Rocuronio, y se usa para revertir su anestesia.
Las ciclodextrinas no son inocuas. De hecho, las ciclodextrinas inyectadas por vía intravenosa pueden formar complejos con el colesterol circulante en la sangre, precipitar y colapsar el sistema cardiovascular.
Excipientes aún más complejos los hemos visto en las vacunas de ARN, como el lípido ALC-0315 ((4-hidroxibutil)azanodiil)bis(hexano-6,1-diil)bis(2-hexildecanoato) de BioNTech/Pfizer, o el lípido SM-102 (heptadecano-9-il 8-{(2-hidroxietil)[6-oxo-6-(undeciloxi)hexil]amino}octanoato) de Moderna, que nunca antes habían sido inyectados a seres humanos.
¿Habrán superado todos estos excipientes los pertinentes ensayos de toxicidad, o las prisas de la emergencia COVID habrán evitado a los laboratorios fabricantes tener que superar ese trámite...?
¿Tendrán algo que ver los excipientes en los efectos adversos observados con estas nuevas terapias, como la elevación de las transaminasas hepáticas ligada al Remdesivir?
Quizá algún día lo sepamos.
No se puede descartar.
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