Varias horas diarias, semana tras semana, mes tras mes, buscando el mecanismo que explicara por qué morían más por COVID-19 los mayores vacunados de la gripe que el resto de la población, nos llevan hoy a una conclusión: LA TEORÍA DE LOS EXCIPIENTES.
El enigma creemos que está resuelto: unas sustancias químicas sintetizadas por el hombre y usadas como excipientes de vacunas y otros medicamentos biológicos, comparten estructura química con otras sustancias naturales presentes en virus, bacterias y hongos, contra las que nuestro sistema inmunitario se defiende. Es una teoría. Farmacéutica. Yatrogénica.
El factor más determinante para enfermar gravemente de COVID-19 y morir es tener el sistema inmune confundido por la inoculación previa de unos agentes tensoactivos, digamos detergentes: los polietoxilatos (entre ellos el polisorbato); y la sustancia con la que se les confunde son los polímeros de manosa, un azúcar inocuo por vía oral, pero presente en la superficie de varios patógenos peligrosos.
La defensa montada contra el presunto enemigo resulta que abre las puertas de nuestra fortaleza a lo que en otras condiciones sería un casi inofensivo coronavirus, que hace daño casi sin querer.
Según nuestra teoría todo ha sido y sigue siendo fruto de un error, un inmenso error: pensar que la industria farmacéutica es infalible y que sus medicamentos son siempre seguros. No.
Nuestra explicación completa no aparece en ninguna revista científica acreditada, sino en la plataforma libre zenodo: teoría de los excipientes
Allí, de momento, no hay censura.
Claro, y ademas añadir las condiciones de soledad, encierro y aislamiento que hubieron de soportar los ancianos vacunados en cierta residencia del norte de Huesca.
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